Tradiciones

El milagro que se rememora cada año en Lorca

Las Mercedarias mostrarán este viernes la escultura de Salzillo mientras venden ‘rollicos’ y reliquias de San Blas

‘El Milagro de San Blas’, de Salzillo, que excepcionalmente se podía contemplar hace unos meses en el antiguo claustro del convento de San Francisco, reconvertido en Museo Azul de la Semana Santa.

‘El Milagro de San Blas’, de Salzillo, que excepcionalmente se podía contemplar hace unos meses en el antiguo claustro del convento de San Francisco, reconvertido en Museo Azul de la Semana Santa. / Pilar Wals

La secuencia, el preciso instante, del milagro realizado por San Blas, obispo de Sebaste (Armenia), fue magistralmente representado por Francisco Salzillo. El grupo escultórico ‘El Milagro de San Blas’ podrá contemplarse este viernes en el Convento Madre de Dios de la Consolación, de las Madres Mercedarias.

La obra de Salzillo, que fue protagonista de la primera edición de la exposición ‘Huellas’ que se celebraba en la catedral de Murcia, podrá ser visitada en el único día del año que el monasterio abre sus puertas a su contemplación. El grupo escultórico representa el milagro realizado por el santo al resucitar a un niño de pocos meses asfixiado por una espina de pescado atravesada en su garganta.

La madre, arrodillada junto al obispo, le presenta al hijo muerto que, desnudo, yace inerte sobre sus brazos. Sin embargo, el cuerpo no presenta la rigidez de la muerte, sino que un lánguido movimiento se desliza por la perfección de su anatomía.

Espín Rael, en 1931 y 1941; Sánchez Moreno, en 1945 y 1983; Pardo Canalís, 1965; Morales y Marín, 1975; y Ramallo Asensio, 2000, así lo expresan en el recopilatorio del volumen ‘Huellas’, en el que están todas las obras incluidas en la exposición.

Hacen referencia a las suaves caídas del brazo izquierdo y la cabeza, los párpados semicerrados y los labios entreabiertos, así como la policromía levemente cárdena del rostro y del cuerpo. Son los signos artísticos indicativos de la muerte, en este caso más bien un sueño transitorio, donde Salzillo manifiesta en grado sumo su arte y su sensibilidad al esculpir esta figura infantil, casi perfecta en sus dimensiones y anatomía, y variante del prototipo del Niño, que el artista supo crear como nadie.

Refieren que la escultura de la madre “es fiel reflejo al prototipo de la mujer popular de su época que el escultor conocía y adaptaba versátilmente a las exigencias iconográficas. Su rostro, su peinado recogido en una trenza doblada, donde el lazo anaranjado pone el toque de gracia femenina, y su actitud suplicante, en bien poco difieren de las figuras de las madres de los Inocentes, de la Verónica o de las Dolorosas. Pero aquí, el movimiento y perfección de las manos, de rasgos elegantes y finos, y la riqueza de la indumentaria, policromada en tonos azules y verdosos y casi ampulosa en el volumen de la envolvente manteleta, ribeteada en una banda dorada y esgrafiada, prestan a la figura femenina un aplomo bien alejado de la vulgaridad”.

San Blas, está representado con los atributos episcopales: la mitra, el báculo y la capa pluvial que, esplendorosa, con doble caída en la espalda y rematada en flecos dorados, cubre lo que sería el alba y la casulla. El color azul celeste predomina en la policromía de la indumentaria episcopal en un intento, quizá, de suavizar la barroca ampulosidad de unas telas que anulan casi totalmente la anatomía humana.

El santo inclina levemente su cabeza hacia el niño mientras extiende su brazo derecho cuya mano plasma el poder taumatúrgico en sus dedos abiertos y extendidos. El rostro resulta esencial en el conjunto de la escultura para afirmar, una vez más, que reproduce uno de los prototipos propios de Salzillo. El insinuado bigote y la perilla oscura y recortada le imprimen una impronta casi idéntica a la de San Isidoro de los Cuatro Santos Hermanos de Cartagena, realizados en 1754.

Un año después, se cree, que Francisco Salzillo esculpió ‘El Milagro de San Blas’ que las Madres Mercedarias de Lorca guardan con celo en su convento que abren cada 3 de enero, festividad del santo, para posibilitar que lorquinos y visitantes recen a sus pies. En este día, que se conmemora este viernes, también se da a besar la reliquia del santo.

A pocos metros del conjunto escultórico integrantes de la Asociación de Antiguas Alumnas y Amigos de la Merced colocarán, como manda la tradición, un ‘tenderete’ donde venderán los ‘rollicos’ y reliquias de San Blas. Aromas a matalauva y limón inundan las calles Cava, Rojo, Zapatería… donde desde hace semanas se envasan los pequeños dulces del santo.

Este año se han elaborado 400 kilos, 103.000 ‘rollicos’, que se venderán a 1,70 euros la bolsa. Y las reliquias, realizadas por las monjas en seda y lana, se podrán adquirir a 2 euros. Estas últimas, en tonalidades, blancas, azules, rosa, amarillo y verde. 1.800 se pondrán a la venta. Como manda la tradición habrá que colgársela del cuello para evitar los males de garganta.

A primera hora, el párroco de Santiago, Eduardo Sánchez Carrasco, presidirá la eucaristía que se celebrará en el salón de actos del colegio Madre de Dios, dentro del conjunto del convento de la Consolación. Bendecirá los ‘rollicos’ y las reliquias que poco después se pondrán a la venta. Los beneficios se destinarán a ayudar a familias desfavorecidas del colegio de las Madres Mercedarias, pero también a distintas ONG´s de la ciudad.