La Primera Comunión en Ricote

Niños comulgantes de Ricote en el año 1984, siendo cura   párroco el sacerdote Don Manuel Jiménez Sánchez-Morales,   y catequistas las hermanas de la congregación religiosa   «Siervas Hijas del Cenáculo» e Isabel Guillamón Garrido.

Niños comulgantes de Ricote en el año 1984, siendo cura párroco el sacerdote Don Manuel Jiménez Sánchez-Morales, y catequistas las hermanas de la congregación religiosa «Siervas Hijas del Cenáculo» e Isabel Guillamón Garrido.

Fulgencio Saura Mira / Cronista Oficial de Alcantarilla y Fortuna

Sorolla en un delicioso lienzo titulado ‘El día feliz’, destaca ese hermoso momento en la vida de un niño, que por primera vez recibe el Santísimo Sacramento de la Comunión, con el beso del abuelo sentado junto la barca que le sirve de sustento. Nada más tierno que ese instante, eternizado por las manos del gran artista de la luz, que la puerta abierta del interior de la choza arroja sobre los personajes protagonistas, como rayos de cielo sobre unas almas llenas de pureza. Este es un tema que habría que recuperar, mostrar a través de la historia pictórica de nuestra mejor estirpe española. Pero además refleja la verdad de ese tiempo de recogimiento y alegría al recibir, por vez primera la Sagrada Forma que dará carácter durante toda la vida del cristiano lleno de la fe contenida en la doctrina de la Santa iglesia.

Y es que en la vida de cada uno, especialmente católico, queda la impronta del misterio eucarístico en esa fotografía, tantas veces recordada cuando, en la niñez y siguiendo la tradición del buen cristiano bautizado, recibimos por vez primera el Cuerpo de Cristo, vestidos con el traje blanco de la inocencia, y junto a ello aún guardamos el libro que en la pequeña o gran celebración de día tan señalado, se conserva con la firma y palabras de los padrinos y familiares que nos acompañaron a tan preclaro acto junto con la estampa recordatorio.

Y bien que en la vida del buen cristiano este momento representa su completa adhesión a las palabras de Jesús que recoge Juan 6, 5,55, al significar: «Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo. Quien comiere de este pan vivirá eternamente…» Y aún aclara que «Quien coma mi carne y beba mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré el último día». Y la iglesia celebra el gran día del Corpus Christi uno de los tres jueves que relucen más que el sol, donde se incrementa esta ceremonia sacramental en los templos y catedrales tras una catequesis a quienes, a una edad determinada reciben la Sagrada Eucaristía, el `pan y el vino convertido por el misterio de la transustanciación en la carne y la sangre de Cristo, como testamento de su última cena.

Ya se constata en el Concilio de Letrán de 1215 este ceremonial que conviene realizar entre los doce y catorce años de edad, momento de lucidez para comprender el significado del cuarto Sacramento que confiere carácter tras el Bautismo, base de un camino a seguir para la salvación, aunque fuera Pio X quien considerara que era posible a partir de los 7 años, en su decreto famoso. Sin duda alguna se trata de un acto litúrgico que se manifiesta en las religiones monoteístas, y donde la judía advierte en la celebración del Bar Mitzvá en la sinagoga al cumplimiento de los trece años y lo que ello representa como alianza del pueblo hebreo con Dios. Que la Primera Comunión en la vida del cristiano deja una huella imborrable es cierto, incluso cuando a lo largo del tiempo el hombre llega a etapas de dudas religiosas y, la presencia de aquel trance fortalece el alma y hace que retorne a sus creencias. Y ello es así y ha sido en España fortalecida por sus raíces cristianas que puede confirmarse desde su itinerario espiritual base de la potencia de la fe inscrita en los corazones de sus pasadas generaciones, rubricado por sus mártires y santo. Creencias religiosas exportadas a otros países. Solo desde esta posición, que es tradición de buenas costumbres enraizadas en la fe, es posible mantener el espirito auténticamente español, aún dentro de los momentos trágicos a que alude Unamuno.

Y bueno es defender este argumento ante el fenómeno de laicismo que vivimos, donde nuestra Constitución es aconfesional y mucho nos tememos que se incremente esta corriente con el impacto de los partidos antisistema y marxistas, en un deterioro que ya se viene observando en la debilitación de un ceremonial cristiano que amenaza los siete Sacramentos eclesiales.

Conviene confirmar los buenos usos de la auténtica España, secuelas de los cenobitas austeros que nos dieron ejemplo de vida marcada por la verdad, de aquellos dotados de una mística que embrida el alma hacia regiones celestiales, monjes desprovistos de todo, de aquellas Órdenes religiosas cuyo legado sirve de reafirmación de una fe que trasciende en la convicción de un Santo Tomas con su verbo de entrega y voluntad de religación con Dios. Todo ello es bueno y ha de defenderse a través de una enseñanza del Catecismo que contiene los principios de salvación, porque al fin el que se salva sabe y el que no, no sabe nada. Para San Agustín el hombre sale de Dios y no es feliz hasta que llegue a El.

Ricote pueblo edénico mantiene unas costumbres enraizadas en la fe cristiana cuyo icono, el templo dedicado a San Sebastián, primer mártir, es testigo de la devoción del pueblo, centro de una historia cursada al amparo de las tradiciones cristianas que sus propios párrocos no cejan de inculcar ya desde que el niño nace, a través del bautismo, y los sacramentos posteriores. Es el de la Primera Comunión el que sigue marcando carácter en la vida del niño que a su edad establecida se prepara a recibir la Eucaristía, una vez que haya recibido la catequesis adecuada, lo que significa que tanto los sacerdotes o personas catequistas impuestas en la religión cristiana sepan inculcar en la mente y el corazón del niño ese material, doctrina irradiada por Jesús, que nacido en Belén de la Virgen María, por obra del Espíritu Santo, realiza su misión de redimir al hombre del pecado original mediante su Pasión Muerte y Resurrección, dejando en su vida pública un mensaje de amor y misericordia que a través de sus Apóstoles será transmitido a la Humanidad. Una doctrina recogida en el Catecismo eclesial, base de la presente enseñanza.

Después vendrá toda una parafernalia relativa a la adquisición del traje adecuado, lugar y celebración del gran evento. Ricote guarda en si una serie tradiciones que forman parte del boato de tan bello acto, como la confección de la tarjeta recordatorio que se hacía en la imprenta Guirao de la calle Calderón de la Barca de Murcia o en Nogués, en calle Platería, como preparación del traje de marinero o de novia adecuado para tan sublime acto; para lo que la familia había de trasladarse a la capital para su confección, en el coche de línea ‘la Catalana’, que por cierto hacía tan solo un viaje al día debiendo pasar el tiempo hasta la hora convenida de la vuelta al pueblo, en un banco de la ciudad, cerca de la Plaza de las Flores, al fin de degustar el clásico pastel de carne con los ingredientes que ya se determinan en una ordenanza del siglo XVII, o las tapas tan ricas de sus bares.

Recordatorio de la Primera  Comunión de Orosia Salcedo   Sánchez, celebrada en Archena   el día 17-5-1914

Recordatorio de la Primera Comunión de Orosia Salcedo Sánchez, celebrada en Archena el día 17-5-1914

Sabemos por boca de sus vecinos que ese día era muy atractivo para los padres y sus hijos mostrado en una alegría por pasar unas horas en Murcia degustando sus manjares hasta la vuelta a Ricote. No era de menor cuantía la ilusión puesta en las tarjetas como recordatorio de ese día tan feliz, que se entregaban a los familiares a cambio de una dádiva. Importancia tenía la liturgia de la preparación de la Primera Comunión por sacerdotes y catequistas, mujeres especializadas en este cometido de enseñar a los niños los principios básicos del buen cristiano dando contenido a la pregunta: -¿Sois cristianos?, como establecían los viejos catecismos de los jesuitas Astete y Ripalda. Sabemos por interés particular el nombre de las mujeres que dedicaron su tiempo en esta espléndida actividad: María Guillamón Gómez, Pilar Gómez Gómez, Julia Guillamón Gómez y, más cercanas en el tiempo, señalando los de Agustina Martínez Martínez, sobrina del párroco D. Amable Garrido, y cuya profesionalidad, conocimientos e interés quedan patente en la memoria del pueblo. Como los de Fátima Amor Molina. Nieta del sacristán de la parroquia, José Molina Cánovas ‘Pepe el Comino’, hermana del sacerdote Ginés Amor Molina (de casta le viene al galgo), y actual presidenta de la Hermandad de San Sebastián; María Jesús Guillamón Sánchez; hija de uno de los feligreses más ilustres de la parroquia, Jesús Guillamón Gómez, belenista y profesora de Religión; Teresa Palazón Cuadrado, hermana del sacerdote Sergio Palazón Cuadrado, y con amplio currículum en esta especialidad, tan compleja, para la que se requiere tanta vocación y entrega. Con una ponencia, a su cargo, compartida con dicho hermano sacerdote, titulada: ‘Santa Teresa de Jesús –Oración: diálogo con Dios, encuentro de libertades’. Pronunciada en la plaza del pueblo, coincidiendo con la Semana Cultural de la Villa, en agosto de 2018, muy celebrada por el numeroso público asistente y aún en la memoria de todos; o Belén Cánovas Gómez, profesora de Enseñanza Secundaria, especialmente sensibilizada en esta tarea, a la que está entregada en cuerpo y alma y con resultados sobresalientes. Y bien, que las catequistas mencionadas planteaban la educación desde los principios cristianos inspirados en los catecismos indicados, relativo a la ‘Exposición Breve de la doctrina cristiana’, que dejan huella desde el siglo XVI, con sus nuevas ediciones, junto con las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia del Concilio Vaticano II confeccionado bajo la impronta de J. Ratzinger.

No es de menor interés dar constancia de sacerdotes, párrocos de Ricote que prestaron y siguen prestando gran servicio en esta catequesis dirigida a los niños, en la enseñanza de los preámbulos para tomar consciencia de lo que significa la Primera Comunión, una vez desprendidos de los pecados y el arrepentimiento consecutivo, dando cuenta en el ceremonial de la renuncia al Mundo, Demonio y Pompa, palabras que quedaran en el fondo del corazón de los niños que por primera vez reciben a Cristo, rey del Universo, inicio de una fecunda manera de ser cristiano.

De aquellos podemos citar, entre otros los siguientes, D. Arturo López Soler, D. Amable Martínez Garrido, D. Juan Benítez García, D. Manuel Jiménez Sánchez-Morales, D. Juan Alfonso Breis Abellán, D. Antonio Guillén Campillo y D. Ramón García Gómez, sin orillar la labor de las Hermanas Carmelitas y las Siervas Hijas del Cenáculo, como dejar constancia de la personalidad en la dedicación a este cometido de José Molina Cánovas ‘Pepe el Comino’, ya mencionado, designado Hijo Predilecto de la Parroquia y Sacristán de Honor en 1987.

La Primera Comunión seguirá siendo un día feliz, como el que refleja Sorolla en su lienzo, síntesis de la luz celestial que a través de la puerta abierta a la mar penetra en la estancia, rubricando la belleza de la inocencia sobre las miradas del nieto y abuelo que lo besa, señalando desde el silencio, que ese es el camino a seguir para mantener la paz en el alma, lo único que merece cuidarse en este mundo de pérdida de valores. Y a sí mismo no podemos por menos que dar sentido a la estrofa de Pemán, tan denostado por ignorancia:

Danos la paz, cerca a los hermanos

abre acequias de amor en los secanos

y vierte el agua de la vida en ellas

Tú que tienes el cielo y las estrellas,

¡Señor de los señores!, en tus manos”