Especial Fiestas de Ricote 2023

Cartas de un morisco (VI)

SAGRADO CORAZÓN

SAGRADO CORAZÓN

Soren Peñalver

Mi admirado y generoso Alberto Guillamón Salcedo, nuevamente contigo a través del correo, aunque el azar, unos días atrás, nos facilitó el encuentro en la librería de Diego Marín, preguntando por un mismo libro: Los moriscos del Valle de Ricote (publicaciones de la Universidad de Alicante), excelente monografía de José María García Avilés, doctor en Historia de la Universidad de Murcia. En ella me entero que vuestra huerta, hermosísima huerta, a diferencia de otras huertas de la Región de Murcia, recibía el riego de un manantial y no del caudal del río. Y que los cultivos siguieron siendo los mismos: arbóreos, frutales, hortícolas y de cereales; los mismos que habían trabajado y cuidado los expulsados moriscos.

Amigo mío: unos días atrás, durante un acto cultural de nuestra fiel y excelente ilustradora, Guillermina Sánchez Oró, fui invitado a leer uno de mis últimos poemas. Ella me había informado que el tema para esta ocasión era el Corazón de Jesús. No creo en la casualidad gregaria; pues, como cristiano y antiguo agareno –que no criptomusulmán-, he seguido a los sufíes, cristianos o islámicos, o ambas cosas, como fueron Rabiá de Basora o nuestro coterráneo Ibn Arabí y Juan de la Cruz. Leí, pues, el poema titulado Mirándonos a los ojos, inspirado en el cuadro de Pompeo Batoni, pintor napolitano del siglo XVIII, cuya reproducción litográfica presidía la cabecera de mi cama de infancia (todavía esa imagen está conmigo). La pintura original, bellísima, la descubrí para asombro en la iglesia de los Jesuitas de Roma, Il Gesù; y fue durante un concierto al que asistí hace años, que pude contemplarla. Mi poema habla de la mirada de Jesús, y de cómo ofrece en su mano su corazón llameante al mundo. En la doctrina sufí, la espiritualidad elevada se llama a la inteligencia del alma (el ánima, la intuición profunda más que el intelecto) de una bella forma: Ayn al-kalb, el ojo del Corazón. No, no ha sido el azar arbitrario a lo que Guillermina ha dado forma y color, iluminando nuestra página. Jesús (Isá para los sufíes) encarnado y su intermediaria santa María de Alacoque bendigan a nuestra poeta y pintora.

Gracias infinitas, Alberto, por tanta atención. Ricote, sus gentes y su valle irradian, como un astro central, a nuestros pueblos hermanos: Ulea, Ojós, Pliego, Mula, Abarán, Blanca, Villanueva, Murcia, Albudeite… La toponimia se hace interminable. Mi amigo y sabio arabista Robert Pocklington aquí estaría acertado; pues él bien sabe, y ampliamente, del origen de los nombres de los lugares más recónditos de nuestra Región de Murcia.

Queda pendiente, amigo mío, intercambiar opiniones -no importa que contrastadas- acerca de nuestras lecturas de Washington Irving, pionero de la tradición morisca, y el antes citado historiador García Avilés.

Releo a García Lorca, poeta que para mí un fervor tardío (sería arduo explicar el por qué). En 1931, año de la irrupción de la segunda república, el gran poeta contestó a una pregunta de Gil Benhumeya, el descendiente del mítico líder morisco: «Yo creo que ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío…, del morisco que todos llevamos dentro». Bueno, ahí va eso. Yo, como albuidetero, creo en lo mismo. El año que se inicia, a ti a tu familia os sea propicio.