La Lorca de frontera entre culturas, de convivencia, de rivalidad, de luchas, ‘tomaba’ este sábado la ciudad para rememorar los hechos más destacados sucedidos entre el 713 y 1488. El Gran Desfile Parada de la Historia Medieval es el preámbulo de la celebración del día del Patrón, San Clemente, en el que miles de lorquinos acudirán al Castillo para recrear la refriega y la capitulación de la Ciudad.

San Clemente procesionaba desde la antigua colegial de San Patricio cuando aún los rayos del sol iluminaban la fachada principal del templo. Transitaba en su trono, acompañado por un grupo de musulmanes, por el recinto histórico hasta la Plaza de Calderón de la Barca. Allí le esperaba el grupo de Coros y Danzas Virgen de las Huertas que bailaba la ‘Jota Lorquina’ ante el Patrón. Y desde allí continuó su periplo hasta la Plaza del Óvalo, desde donde presidía todo el desfile para sumarse al final.

Los Beréberes de Campillo abrían el desfile y situaban a los visitantes en el inicio de la historia que cuenta el Gran Desfile Parada, la época medieval, allá por el año 713. Muladíes de Lurqa les seguían y, a continuación, los Caballeros del Santo Sepulcro, que desfilaban por primera vez, luciendo la Cruz de Godofredo en los trajes y capas. Almohades de Lurqa, Mesnada del Infante don Alfonso -con la corona del fecho del imperio, que lucía Alfonso X el Sabio y que es una réplica exacta de la conservada en la catedral de Toledo-, Mudéjares de Lurqa y Benimerines. Estos últimos, anunciados con un estandarte bordado en oro y plata réplica del arrebatado por los lorquinos en la Batalla del Salado.

Detrás, las Damas de Aragón y Bene Levy. Les seguían los caballeros de Xiquena, un grupo que está compuesto exclusivamente por caballería. Detrás, los Caballeros de la Orden Templaria de San Juan que portaban el Guion Real de Juan II, espléndidamente bordado a mano, con técnicas del tradicional bordado lorquino. Bene Abendanno y Abencerrajes, a continuación. Y Bene Aventuriel, que escoltaban un templete en cuyo interior iba la Janucá y la Toráh que cedía hace solo unos días la comunidad judía de Málaga a la Ciudad.

Los caballeros y Damas de los Reyes Católicos cerraban el desfile con el trono del Patrón, San Clemente. Delante, la réplica de la Cruz de Cristal de Roca, sobre la que juró los fueros, privilegios, derechos y prebendas de la Ciudad el Rey Fernando el Católico en 1488.