Hace ya 43 años que Lorca hizo una apuesta decidida por el deporte popular poniendo en marcha un evento deportivo y social que ha mantenido su idiosincrasia desde entonces sin desvirtuar su finalidad inicial: la promoción de la actividad deportiva entre toda la población, independientemente de la edad, sexo o condición física.

Este año tengo el honor de ser el embajador de los Juegos Deportivos del Guadalentín que vi nacer junto a otros muchos amigos. Es de justicia que me remonte a su germen, su semilla, que no es otra que la que se plantó con los ‘Juegos Deportivos Ciudad del Sol’, que se celebraron en el año 1978 auspiciados por el Centro de Estudios Lorquinos con el objetivo de promocionar la cultura en todas sus facetas, incluyendo el ámbito deportivo.

Un año más tarde, en 1979, se creó el Patronato Deportivo Municipal y una de las primeras medidas aprobadas fue la creación de unos Juegos del Guadalentín. Contábamos con muy pocos medios para empezar y aún menos posibilidades, pero lo hicimos porque lo que sí teníamos muy claro era lo que nos guiaba a alumbrar un certamen de esas características.

Los Juegos del Guadalentín nacieron para que en Lorca se disfrutara del deporte, independientemente de las marcas que se lograran o de la categoría profesional de los que participaban. Simplemente, para que la gente disfrutara de la actividad física. Como ni de lejos contábamos con las instalaciones de hoy en día, se organizaban partidos en el salón parroquial de San José, aledaño a la iglesia del mismo nombre, y que el sacerdote cedía para la celebración de los torneos de voley y baloncesto.

El atletismo se hacía en el Puente Botero, en una pista que nos costaba sudor y lágrimas cuadrar, pero que cuadrábamos al milímetro. Contábamos también con alguna de las pistas de los institutos y con la del Centro de Capataces, aunque una vez nos dejaron sin llaves y tanto futbolistas como árbitro tuvieron que saltar la valla para poder disputar el partido. Al término, ni ducha ni vestuario. Otra vez a saltar la valla y cada uno a su casa.

Recuerdo días interminables de ir de un sitio a otro para pitar, preparar pruebas, recoger, rayar pistas y así en un bucle que no se interrumpía hasta la clausura. También están las noches románticas, festivas y bohemias de las travesías de montaña. Como aquella en la que todos dimos por ganadores en la salida a tres sargentos especializados en orientación del entonces Regimiento Mallorca XIII y que al final aparecieron perdidos cerca de Puerto Lumbreras; o esa otra en la que otro experto en la materia decidió estrenar calzado para la travesía y apareció con los pies cubiertos de ampollas.

Los Juegos Deportivos del Guadalentín se constituyeron desde el principio como una familia. Al principio de unos pocos, pero que fue creciendo y consolidándose. Sin todos y cada uno de los que han colaborado o participado en los Juegos, difícilmente estos habrían alcanzado la edad mediana en la que se encuentran camino ya del medio siglo.

Lorquinos y lorquinas que, o bien por pasión por el deporte, o por simple vocación de servicio a su comunidad, se implicaron y se implican cada año para que miles de vecinos disfruten de algo más de un mes de actividades y conozcan deportes minoritarios. El calendario de los Juegos es un reflejo de la evolución del deporte en la sociedad local, pero también una oportunidad de disfrutar de espacios naturales y monumentales de nuestro maravilloso municipio.

Y así, como alguien que los vio nacer y crecer, y que ahora los disfruta como embajador, no me cabe más que agradecer a todos los que anduvieron conmigo aquellos inicios, a los que se fueron sumando edición tras edición, a los numerosos clubes deportivos y a los voluntarios, que siempre están en una salida, una llegada o esperando en el avituallamiento. Por muchas ediciones más, ¡disfruten de los Juegos!

Antonio Vidal Ruiz es embajador de la 43 edición de los Juegos Deportivos del Guadalentín.