Quién dijo que las vacaciones son solo descanso. Para gustos, los colores, que decía el adagio latino ‘gustibus non disputadum’, que destacaba la inutilidad de discutir sobre las preferencias de cada uno. Y a la vista está, porque mientras unos aseguran que los días de asueto son para ir a la playa, dormir la siesta, tumbarse al sol y… en definitiva, hacer el vago, otros, piden vacaciones para trabajar más, si aún cabe, aunque atendiendo a uno de los casi cien mil refranes de la lengua castellana, que viene como anillo al dedo, diremos que ‘sarna con gusto, no pica’.

Las vacaciones de verano llegaban para la edil de Igualdad, Antonia Pérez Segura, hace solo unos días. Miraba de reojo el bañador, pareo y chanclas, situado estratégicamente sobre una silla, para encaminar sus pasos hacia la cama donde descansaba una camiseta de color rosa, un pantalón corto y un delantal. Se vestía y se ‘armaba’ con estropajos, bayetas, cepillos y cubos. Con esta guisa iniciaba junto al resto de integrantes de la Comisión de Fiestas de la pedanía de Campillo la limpieza del chiringuito. “Echamos Sanytol y desengrasante como si no hubiera un mañana”, reía.

¡Vaya comienzo de vacaciones!, dirán algunos, pero para Antonia “es lo más, después de dos años de pandemia sin que se hayan podido celebrar”. Las vacaciones, admitía, son “necesarias para sobrevivir a estas fiestas. Y más, este año, en que están repletas de público cada noche. Están siendo apoteósicas”.

Integra un grupo de whatsapp de la Comisión de Fiestas en el que los mensajes son continuos. Desde advertencias porque se está acabando el pan, hasta búsqueda de más mesas y sillas o las órdenes de las actividades que tocan dirigir a cada uno. Antonia es el alma de la fiesta con su eterna sonrisa y su pelo recogido en un moño que no pierde el encanto ni de madrugada, después de una larga sesión de atención y limpieza a las mesas del chiringuito.

“Puede parecer una locura, pero siempre dedico el comienzo de las vacaciones a las fiestas de Campillo, las fiestas de mi pedanía, de mi tierra. Hablamos, reímos, discutimos, nos divertimos, brindamos… Y este año con el aliciente de que nos volvemos a reunir después de dos años de no celebrarse por la pandemia. Están siendo únicas, por lo que invito a todos a acudir en la recta final de los actos previstos”, aseguraba.

La invitación suena muy parecida a la que cursaba hace años Lola Flores que animaba a todos a acudir a la boda de su hija Lolita. Esperemos que la edil no se vea obligada a gritar a los cuatro vientos como lo hizo la Flores al recibir a una marabunta de gente: “Si me queréis irse”. Estos días se dan cita vecinos de Campillo, pero también de pedanías limítrofes y de la ciudad. Junto a ellos, muchos que regresan a su tierra. “Gente de Francia, sobre todo, que se vio obligada a emigrar y que hacen coincidir su vuelta y las vacaciones con las fiestas. Pero también nos reencontramos amigos de la niñez, compañeros de trabajo… esto es un no parar”, reconocía.

Avanza la tarde y un pequeño alto en el trabajo les permite, al grupo de chicas, tomarse una cerveza en el chiringuito. Camisetas rosas, pantalones cortos azules, delantales blancos… Y un brindis mientras alguien inmortaliza la escena que ilustra este reportaje. “Trabajamos mucho, pero nos lo pasamos mejor”, afirmaba Antonia a la que rodeaban Pilar, Inés, Elena, María José y Carina.

El groso de la fiesta está por llegar. “Queda lo mejor, la actuación de ‘Dlocos’, concurso de carrera de cintas, la Fashion Week de Campillo, carrera de cintas, partido de fútbol entre solteros y casados, el pregón y el concurso de migas”, relataba. Y la pregunta del millón, para cuándo el descanso, a lo que contestaba que “de los bocadillos de salchicha de Campillo al albariño y marisco de Galicia. Allí continuaré mis vacaciones”.

El viaje a Galicia lo hará junto a su marido, sus hijos, sus hermanos, sobrinos… Vamos, como la familia Von Trapp en ‘Sonrisas y lágrimas’. “Es muy divertido viajar todos juntos. Haremos rutas de senderismo y nos alojaremos en una casa rural. Beberemos albariño y comeremos marisco fresco, mientras descansamos para intentar recuperarnos de las fiestas de Campillo”, señalaba. Y no perdía la oportunidad para recordar a todos que acudan a las celebraciones en honor a San Cayetano, el Patrón de su pedanía. “Ponlo por ahí un par de veces para que la gente se anime”, concluía divertida.