La estética de sus cuadros es inconfundible hasta el punto de que se ha convertido en parte de su seña de identidad. Mujeres, colores intensos, platos, vasos y jarras de cerámica. Azulejos que recrean patrones que le recuerdan a su niñez y abundante vegetación. Sus lienzos de trazos fabulosos ensalzan la figura de mujeres con miradas intensas con aires que recuerdan a su autora, pero también a sus cinco hermanas y su madre con las que ha vivido junto a su padre en una casa donde el orden o sentido no era obligado. “Nos dejaban pintar en las paredes, desarrollarnos artísticamente, lo que ha definido en mi caso mi profesión. Nunca pensé en estudiar otra cosa que no fuera estudiar Bellas Artes”, reconocía la artista lorquina Maravillas Artero Martínez.

Es verano y todos sus bártulos se trasladaban de Madrid a Águilas. Y, ese sin orden o sentido aparente, ocupaba el salón del hogar familiar, frente a Mar Mediterráneo repleto de azules, donde todo puede suceder. Maravillas, pinta en el suelo. Los caballetes no se hicieron para esta joven divertida que siempre está descalza. A su alrededor, vasos y tazas repletos de pinceles y botes de pintura esparcidos. A su lado, un taburete con un ventilador que intenta hacerle más llevadero el calor y garrafas de agua que se dejaron caer en ese lugar a la espera de ser consumidas.

Pinto en el salón. Es un poco caótico, pero me gusta, porque así ha sido siempre mi vida. Mis hermanas se levantan. Lo hacen por turnos. Una pone música, la otra habla por teléfono… Llega alguien con una amiga. Es un cajón desastre, pero que me permite seguir siendo esa niña que vivía con cinco hermanas, mi madre y mi padre. Y este año, en Madrid, se ha sumado por temporadas mi abuelo Rafael, quizás el mayor culpable de que me dedique a esto”, ríe mientras trabaja en su última obra. Un encargo en el que se refleja esa filosofía de vida.

Los grandes formatos son otras de sus principales características. “Es con lo que más cómoda me siento. El ritmo que te marca un lienzo pequeño que requiere especial delicadeza me cuesta mucho. Yo concibo la pintura con colores vivos, con mujeres que cuentan su experiencia personal que es la mía, de mis hermanas, mi madre… Mi pintura bebe de esos momentos, de esos instantes de risas, conversación… que estos días cobran vida en la casa de Águilas”.

El título bajo un brazo y lienzos por conquistar bajo el otro, son su último triunfo. “No vivo de esto. Acabo de terminar la carrera, pero comienzo a tener dinero suficiente para mis gastos, para pintura. No puedo pretender el primer día, tras salir de la universidad, conquistar el mundo, porque solo tengo 23 años”. Por soñar, le gustaría ver sus cuadros en galerías de Madrid, donde ya ha participado en exposiciones donde sus pinturas han sorprendido a los que dictan las tendencias en esto del arte.

Literalmente, le quitan los cuadros de las manos, aunque se ruboriza cuando escucha estas palabras. “Vendo conforme pinto y antes de concluir alguno ya tengo nuevos encargos. Este verano estoy precisamente con una petición. Agradezco cuando alguien se interesa por lo que pinto, cuando son capaces de pagar por algo que he disfrutado haciendo, que me apasiona”, contaba.

Nunca se planteó dedicarse a otra cosa que no fuera crear. Pintaba en casa de sus padres, pero también en casa de su abuelo Rafael, otro apasionado de la pintura que incluso ha protagonizado distintas exposiciones. “Nos daba ceras blandas y nos dejaba que emborronásemos papeles con nuestras ideas, pensamientos… Y nos llevaba a ver cuadros”. Pero no solo pretende pintar. Es creativa y le gusta intercambiar conceptos e ideas con otros artistas, fotógrafos, ceramistas, diseñadores… Este verano solo piensa en hacer lo que le gusta, pintar, y disfrutar del calor, el mar, el aroma a sal, las noches de luna llena, la música y la familia. “¡Qué más se puede pedir!”, aseveraba.

Harper´s Bazaar España reunía en su número de marzo a artistas emergentes y Maravillas Artero abría la sección de arte de jóvenes que impulsan a la mujer hacia un nuevo horizonte. Con ella, estaban la ilustradora, fotógrafa y diseñadora gráfica, Rocío Montoya; y las pintoras, Miranda Makaroff y Brianda Fitz-James Stuart. “Me sentí muy afortunada de formar parte de ese artículo. De sentirme conectada con el público. Hay mucha gente que me sigue por redes. Es interesante recibir de repente un encargo de un cuadro de personas que no conocía y que saben de ti por estos medios”, concluía.