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El Molino del Escarambrujo afronta la recta final de las obras de consolidación

El conjunto edificatorio aún deberá ser sometido a una nueva fase para adecuarlo a su uso botánico - El complejo hidráulico podría acoger un museo y un jardín

Edificio principal del Molino con fachada y cubiertas recuperadas y en la fase final de los trabajos. | PILAR WALS

Las obras de consolidación, reparación y rehabilitación estructural del Molino del Escarambrujo están en la recta final. Pero las actuaciones para poner en valor el Molino de la Aceña, Molino del Cubo, Molino Batán y las construcciones anexas aún precisarán de una segunda fase para adecuar el complejo hidráulico a su uso futuro que podría ser un museo y un jardín botánico, según afirmaba en declaraciones a LA OPINIÓN la edill de Cultura y Patrimonio, María Ángeles Mazuecos.

La actuación es la segunda que se lleva a cabo en el conjunto. La primera tuvo lugar en agosto de 2011, pocos meses después del terremoto. Esta fue mínima con intención de estabilizar los daños y frenar los deterioros sufridos. Las obras de emergencia de aquellos días permitieron estabilizar las estructuras interiores de uno de los cuerpos del molino que más se había visto afectado.

En concreto, toda una serie de arcadas interiores realizadas en fábrica de ladrillo y piedra sillar y uno de los tramos de forjado de la planta primera que había resultado semidesprendido. Y algunos dinteles de paso a las estancias de la vivienda.

La Purísima de la Casa del Corregidor

Durante las obras de emergencia que se ejecutaron en el Molino del Escarambrujo en agosto de 2011 se procedió a la retirada, protección y posterior traslado al Museo Arqueológico Municipal de Lorca de una imagen de la Inmaculada Concepción, atribuida a Juan de Uzeta. La pieza fue labrada hacia 1750-1752 para la antigua sede del Corregidor. La encontraron caída y fracturada en el suelo de la entrada al batán. Fue pasando de mano en mano hasta caer en la tienda del anticuario Espín, y posteriormente, vendida a Francisco Martínez Guijarro, quien la colocaría en uno de los paseos de los jardines del Molino.

El exterior se apeó y apuntaló uno de los muros testeros (zona del transformador) prácticamente abierto y con seria amenaza de colapso. Y se limpió y desescombró tanto el interior como el exterior del edificio. También se revisó todo el apuntalamiento realizado con anterioridad, se completó y se sustituyeron aquellas partes mal ejecutadas o incompletas.

Y se eliminaron los aleros y cornisas de todos los elementos que se encontraban sueltos o inestables, con riesgo de caída. La fase que está a punto de concluir ha permitido la consolidación del edificio, renovación de las cubiertas y el cosido de grietas verticales, arreglo de fracturas y de la clave de los arcos de ladrillo. «Se ha procedido a la limpieza, con fondos propios, del jardín que estaba plagado de maleza, aunque habrá que realizar una actuación más concreta cuando se determine su uso final», admitía la edil de Patrimonio.

El presupuesto de esta fase, que tenía un plazo de ejecución de nueves meses, ha sido de casi 800.000 euros. La edil recordaba que el Molino del Escarambrujo y el acueducto del Despeñador está catalogado como Bien Inmueble de carácter Etnográfico y Tradicional, además de haber sido declarado Bien de Interés Cultural con categoría de lugar de interés etnográfico por la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.

Escarambrujo, una derivación de escaramujo

Molino del Escarambrujo o del escaranbrujo. Las dudas quizás las plantean las letras labradas en una de las fachadas del lugar donde reza ‘Molino del Escaranbrujo’. Sin embargo, se cree que puede ser una derivación de escaramujo, rosal silvestre o bravío también conocido como agavanzo, muy común en la Península.

La reseña la apuntaban los arquitectos Francisco José Fernández Guirao, Jerónimo Granados González e Isabel María Hernández Sánchez, en el informe de las obras de emergencia en el Molino del Escarambrujo. «Y así, como ese rosal, se nos presenta el inmueble, áspero, bello y desconocido.

Por cada una de sus flores en forma de piedras labradas, aparece un manojo de espinas en forma de grietas, pérdidas y humedades». Los seísmos, seguían relatando en el informe, «tan solo han puesto de manifiesto la realidad que se esconde tras su foresta. Una imagen de romántica decadencia, de un largo languidecer que roza la desidia y, ahora, el abandono. Piedras desgastadas que nos traen ecos del paso del agua, de su fuerza e importancia, en una localidad que se precia de saber aprovecharla porque siempre ha carecido de ella».

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