Ninguno de los que procesionaron ayer tarde por la Corredera, ni los que han trabajado durante semanas para crear las indumentarias, pintar los mantos, construir los carros y carrozas e idear este último cortejo de la ‘Procesión de Papel’, había nacido en mayo del 68. Entonces, un grupo de estudiantes franceses ‘acuñaron’ un lema: ‘La imaginación al poder’. Una frase que más tarde se convertiría en grito de guerra de muchos otros movimientos juveniles.

Pero también Einstein hacía mención a que la imaginación era lo más importante en momentos de crisis. Incluso, por encima del conocimiento. El que este viernes presenciaba la particular visión de los Desfiles Bíblico Pasionales de la Semana Santa lorquina de los más pequeños de la ciudad, no dudará en reconocer que hubo mucha imaginación, tanta, que las cofradías pueden estar tranquilas, porque hay cantera y ésta viene con paso firme, con talento, arte y confianza a raudales.

Los estandartes y mantos que procesionaron destacaban por sus magníficas pinceladas. Algunos fueron recreados por niños que hoy llenan salas de exposiciones con sus cuadros y no solo en nuestro país. Y dirigen bordados o museos. Muchos de los que en las últimas semanas han trabajado decorando capetas, mantos, estandartes, banderas… bien podrían ser en un futuro no demasiado lejano directores artísticos de los talleres de bordado de las distintas cofradías. Ayer, muchos rememoraban su pasado. Echaban la vista atrás y recordaban cuando ellos fueron Flavia Domicia, Nerón, la reina de Saba, Nabucodonosor… Anoche, acompañaban a sus hijos, sus nietos… con la misma ilusión que lo hicieron aquel día en que, por primera vez, recreaban a los personajes que cada Semana Santa veían desfilar por la Carrera.

El cortejo no tuvo nada que desmerecer en cuanto a número de participantes al que se sucede cada Viernes Santo por Lope Gisbert y la avenida de Juan Carlos I. Los más de un millar de pequeños no olvidaron los principales personajes y las indumentarias más características de cada una de las cofradías. También estaban prácticamente todas las imágenes que procesionan en la Semana Santa lorquina. Y en esa imaginación -a que hacíamos referencia al comienzo- estaba la de buscar una alternativa a no contar con imaginería acorde y sustituirla por personajes de carne y hueso, una práctica muy del Paso Morado que también pusieron en marcha cofradías como la del Paso Encarnado.

Una pequeña de corta edad recreaba a la Virgen de la Soledad, titular del Paso Encarnado. Pilar Wals

Pero, puestos a recordar, que mejor que hacerlo con el cortejo que ayer llevó a la Corredera a más de cinco mil personas que disfrutaron de un desfile de más de dos horas. Abría la Procesión de Papel el estandarte del Santísimo Cristo de la Sangre, Paso Encarnado. Mucho papel rojo y dorado excepto en sus ‘manolas’ que lucían de riguroso luto.

En lo alto de un pequeño trono una niña unía sus manos delante de su pecho. Recreaba a la Virgen de la Soledad. Incluso las flores que decoraban el trono habían sido realizadas de cartulina de distintas tonalidades. Dos tronos le seguían, el del Señor de la Penitencia y el del Cristo de la Sangre que sus costaleros alzaban hasta lo más alto. Y hasta el capitán de sus ‘armaos’ llevaba una paloma para recrear al halcón que habitualmente porta en su brazo.

Una niña con chupete vestida de mayordomo anunciaba la llegada del cortejo del Paso Morado. Pilar Wals

Era el turno de los ‘moraos’. Una pequeña, aún con chupete, abría el cortejo de mayordomos. Y, detrás, su infantería que a duras penas superaba los seis años. Los integrantes del trono de la Última Cena fueron quizás los que mejor se lo pasaron, ya que disfrutaban de una muy buena merienda a base de gusanitos, patatas y galletas de chocolate ‘El Príncipe’. Por el camino, alguno ‘desertó’ buscando los brazos de sus padres quizás un tanto asustados con tanto personal y flashes.

Este peculiar ‘crucificado’ llamó la atención del público que presencia la ‘Procesión de Papel’ por la Corredera. Pilar Wals

El Cristo del Perdón, los penitentes, el Cristo de la Misericordia, El Calvario –con un impresionante pequeño en la cruz que interpretó su papel espectacularmente- y la Virgen de la Piedad, con otro niño que parecía dormir en los brazos de su Madre.

Y llegaron los azules, con el estandarte de la Virgen de los Dolores idéntico al real. Y los etíopes ‘tomaron’ la Carrera. Una sucesión de carros, en los que no faltaron las cuadrigas que este año están de conmemoración, llenaron la Corredera. Y detrás, las caballerías emblemáticas del Paso Azul. Egipto se hizo hueco con la Barca de Ramsés, Cleopatra, Nerfertari, Meiamen… Y la Caballería Egipcia y el séquito de egipcias lanzando flores.

Las egipcias del Paso Azul lanzaron flores durante todo el recorrido para anunciar la llegada de Meiamen y Cleopatra. Pilar Wals

Nerón también estaba de enhorabuena, ya que su carroza había sido remozada. Abriendo el cortejo religioso, el trono de la Coronación de Espinas. Detrás, el Yacente, y cerrando, la Santísima Virgen de los Dolores. Pero antes, tres estandartes legendarios, el del Ángel Velado, el conocido como del Medallón y la Dolorosa. Dos pequeñas ‘manolas’ acompañaban a la Virgen de los Dolores con un manto impresionante pintado por otro artista en sus años juveniles.

El Paso Negro procesionó en un trono a la Virgen de la Soledad que habían realizado los pequeños en cartulina. Pilar Wals

Los Negros llegaban con velas y el estandarte de la Virgen de la Soledad y su bandera. Y, detrás, su titular que portaban a hombros un grupo de niños. Los más pequeños de la cofradía hicieron un auténtico alarde de imaginación, creando una Virgen de cartulina. Incluso las flores del trono, habían sido elaboradas a base de papel manejable.

La Archicofradía de Jesús Resucitado participó con un grupo de mayordomos y su bandera. Y, detrás, el estandarte de la Virgen de la Encarnación y el del ‘Palero’. No faltaron sus tradicionales monaguillos vestidos con túnicas rojas echas de plástico y sus características puntillas a base de hacer pequeños recortes.

Y la Carrera se hizo blanca. Sonaba ‘El Tres’ y el ‘Guapa’ a ritmo de tambor y se oyeron vivas. El estandarte de la Virgen del Rosario abría el cortejo. Le seguían la infantería romana y los primeros carros a la carrera. Santa Elena, madre de Constantino, desfilaba por la ‘improvisada’ presidencia que compartían el presidente del Consejo de la Juventud, Juan Pedro Rodríguez; el concejal de Juventud, José Ángel Ponce; y el concejal de Semana Santa, José Luis Ruiz Guillén.

La reina Balkis de Saba con una carroza en la que leones de peluche recreaban a las esculturas de este animal de la que procesiona por la Carrera principal y una impresionante caballería con jinetes de corta edad que no pararon de moverse de un lado para otro.

Asuero y Esther con sus impresionantes mantos integraron el cortejo que puso en escena el Paso Blanco. Pilar Wals

Esther y Asuero, con sus impresionantes mantos, también desfilaron. Detrás, Nabucodonosor y un grupo de carros. La carroza del Anticristo, con sus demonios con lenguas tintadas de azul, y la carroza de ‘la Bola’, inspirada en diferentes pasajes del Apocalipsis de San Juan. El cortejo religioso lo habría el estandarte de San Juan Evangelista y, detrás, el trono del Patrón del Paso Blanco. Sus costaleros desfilaban al ritmo que habitualmente lo hace este trono por la Carrera principal de la Semana Santa.

San Juan iba rodeado de flores de palma. El estandarte de la Oración en el Huerto, conocido como ‘Paño de las flores’, precedía al trono de la imagen que recrea al que no faltaba el característico olivo. La Legión desfiló con pequeños perfectamente ataviados y llevando su peculiar paso. Detrás, el Cristo del Rescate, y el de la Verónica, que llevaban pequeñas que lucían el peinado de la imagen, caracterizada por una muñeca.

El estandarte de la Virgen de la Amargura anunciaba la llegada de la titular del Paso Blanco en un trono de andas al que no faltaba su palio y el manto de la Virgen Guapa. Llevaba su tradicional decoración con claveles de color rosa, una variedad creada expresamente para la imagen. Con la Amargura se cerraba el cortejo de la ‘Procesión de Papel’ de este año que volvía a celebrarse después de dos años de encierro obligado por la pandemia.