Las puertas de la ermita mayor del Calvario se abrían al filo de la madrugada de este miércoles. De su interior, a oscuras, comenzaban a salir los Hermanos del Socorro que se situaban en dos hileras a uno y otro lado. Y a hombros hacía su aparición el Cristo de la Misericordia. El silencio era sepulcral, solo roto por el toque de un tambor que marcaba el paso a los portapasos del crucificado.

Comenzaba así el descenso por la bajada del calvario. La noche cerrada amenazaba lluvia y los Hermanos del Socorro aceleraban su paso para que la escultura de Isabel Biscar Cuyás no sufriera con las inclemencias del tiempo. El paso por la última ermita del Calvario dejaba en sus paredes la sombra de Cristo muerto. Y desde allí, encaminaba la bajada por la escalinata hasta la Placica Nueva. Este tramo del recorrido es uno de los de mayor belleza. La imagen del Cristo de la Misericordia se funde con la silueta iluminada del Castillo.

Decenas de penitentes acompañaban a la escultura de Isabel Biscar Cuyás. T. M. M. / P. W. R.

El brusco descenso lleva a los Hermanos del Socorro a aminorar la marcha y cuidar cada uno de sus pasos para no tropezar con los grandes escalones que ocupan la bajada. Decenas de penitentes, muchos de ellos con los pies descalzos, escoltaban a la imagen. Abriendo su camino el estandarte del Cristo del Perdón. Y cerrando el cortejo una banda de música que amenizaba el camino.

Impresionante el relevo de los costaleros. Un cambio que se produce con los brazos en alto. Entre los que portaban a Cristo muerto algunas mujeres que se han incorporado a estas funciones. Y detrás continuaba la escolta de penitentes entre los que se encontraban el alcalde, Diego José Mateos; el vice alcalde, Francisco Morales; y el presidente del Paso Morado, Ángel Latorre.

Cristo crucificado fue portado a hombros en relevos por 33 hermanos del Socorro. T. M. M. / P. W. R.

En las cercanías de la Placica Nueva la amenaza de lluvia se hacía más patente. Tocaba acelerar el paso para evitar que los estandartes que abrían el cortejo se mojaran y pudieran estropearse. El Cristo, sin embargo, mantenía su paso hasta la iglesia de Nuestra Señora del Carmen. A la entrada, en la rampa con la que se salva estos días las escaleras del templo para propiciar la salida y recogida de tronos, el Cristo de la Misericordia era alzado hasta lo más alto para que todos los fieles que abarrotaban el lugar pudiera contemplarlo en toda su belleza.

Antes de recogerse en la iglesia del Carmen fue alzado hasta lo más alto. T. M. M. / P. W. R.

Poco después y a los acordes del Himno Nacional era llevado hasta el interior del templo desde donde esta noche partirá para integrar el cortejo del Paso Morado. Procesionará por la Carrera principal de la Semana Santa acompañando a la Santa Cena, la Virgen de la Piedad, el trono del Calvario y el Santísimo Cristo del Perdón.

A su salida de la ermita mayor de la Misericordia sonaba una saeta, como también tras su recogida. Estaba previsto que la final del concurso nacional de saetas llenara el recorrido con cantos de lamento. La amenaza de lluvia obligaba a que sonaran, pero a las puertas de la iglesia del Carmen para evitar alargar aún más el recorrido.