Y termina el Sábado de Pasión, la Virgen ya está en San Patricio después de procesionar a hombros de abogados, procuradores y funcionarios de Justicia por las calles del casco histórico de Lorca.

Domingo de Ramos, preside la carrera la Hermandad de la Curia, Paso Negro. Tengo la suerte de ser lorquino, abogado y de pertenecer a la directiva de la Curia, todo está casi preparado pues por la mañana nos hemos dedicado a arreglar a la Virgen y al trono. La cita es a las siete y media de la tarde en la Plaza de España para los saludas. Los primeros en llegar son los morados y se colocan con su banda frente a la fachada principal de San Patricio; luego los encarnaos con su banda, se colocan justo debajo de carrerón de la iglesia, entre tanto la Plaza de España se va llenando de hebreos, pues desde aquí sale la procesión.

Suben por la calle Álamo los azules y por el fondo de la calle de Santiago se escucha a los blancos que vienen a recoger su bandera en la casa de los Aragones, toda la casa engalanada y la Plaza de España, también.

Nosotros, la directiva de la Curia con su presidente a la cabeza, vamos recibiendo y saludando uno a uno a los presidentes y sus juntas directivas, de todos los pasos, te desean suerte, te animan y te abrazan.

Para mí es un momento especial, mágico y singular de nuestra Semana Santa, todos los pasos y sus bandas reunidos en la Plaza de España dando una nota de color y alegría en este día, aunque no hace mucho tiempo, a la anterior presidenta, le tocó vivir un mandato duro y complicado organizando la salida desde el atrio de nuestra querida colegiata, cerrada y en obras debido a los seísmos de mayo de 2011.

Poco a poco los pasos van dirigiéndose a la carrera, el guion debe de estar en Presidencia a las ocho y media de la tarde. Esperamos un tiempo, está todo preparado, el guion abriendo la carrera, luego estandarte y faroles, detrás la bandera y después el famoso ‘Tercio de togas’ que fueron realizadas en los talleres de bordados de blancos y azules, son nueve en total, todas realizadas bajo el mandato de don Antonio Aguirre Soubrier, la primera la estreno él, en el año 1993, las siguientes, años más tarde su junta directiva, terminando en 1997.

Nos dicen que el San Juan ya ha salido de la Capilla del Rosario, nosotros estamos preparados en el inicio de la calle Álamo para incorporarnos al otro tramo de la carrera, vemos pasar a las tribus, al pueblo hebreo, también a la ‘burrica’ y el San Juan, ya nos toca, tienes nervios, ganas de salir, ganas de recogerte, miras al cielo, crees que no va a llover, miras a la Virgen, sigues pensando que no va a llover, avanzamos, llegamos a la curva de Óvalo, los alguacilillos, esos niños que trasportan el escudo de la justicia y la llave de la ciudad, que felizmente fueron recuperados años atrás, están preparados, esto va en serio, iniciamos la carrera, no hay vítores, ni pañuelos, ni caramelos, la gente sigue aún en los palcos gracias a la magnífica decisión que tomó ella, de la venta de localidades para este día.

Se levantan y aplauden así hasta el final de la carrera, no hemos terminado quedan dos subidas: la calle de Floridablanca, donde respetuosamente nos espera San Juan para despedir a la Virgen, son 20 años de encuentro; pero aún no se ha acabado, queda la mejor parte, la subida de la calle Álamo, todavía quedan algunos hebreos despistados, y otras gentes en las calles. Llegamos al Ayuntamiento descansamos y tomamos aire, nos queda un último empujón, algún voluntario y espontáneo se nos une para ayudar a sabiendas de que ese tramo es muy duro y solitario.

Lo conseguimos hemos terminado, entramos en la iglesia, nos abrazamos, nos felicitamos, así, con esa alegría y tristeza a la vez de saber que no volveremos a sacar a la Virgen por las calles de Lorca, pero con la esperanza de que el año que viene podamos salir y estar todos y, por qué no, alguno más.

José María Campoy López Perea, vicepresidente primero de la Curia