La Opinión de Murcia

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Semana Santa

Bienaventurados los que conservaron la esperanza

La procesión de la Dolorosa subió anoche el umbral de la emoción por representar el final de un inusual período sin procesiones por la pandemia de coronavirus

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Semana Santa de Lorca 2022: procesión de la Dolorosa Solete Slow Photo

Hay objetos que van envueltos por la indiferencia que generan hasta que el tiempo o un hecho concreto los desenmascara para que muestren su valor. Eso pasó ayer con el pendón institucional que abre cada una de las procesiones de Lorca y que siempre pasaba desapercibido en el trajín de los espectadores comprobando el número de su silla en el palco, colocando la merienda o mirando con disimulo a los de enfrente, siempre es bueno conocer al rival. Una bandera sin color, sin pertenencia cofrade y sin más propietario que el pueblo de Lorca. Una insignia que ayer impuso un segundo de silencio, solo un segundo, al aparecer por Floridablanca para cumplir el triple privilegio de dar por cerrado un período de sequía procesionil; remover al unísono las almas de blancos y azules anunciando que Lorca recuperaba sus Desfiles Bíblico Pasionales; y recordar aquel mandato divino de buenaventura para los que nunca perdieron la esperanza. Así comenzó ayer la procesión del Viernes de Dolores. Todo por ver, todo por volver a sentir.

Era media tarde cuando la algarabía en la calle Corredera barruntaba que tocaba recoger banderas y que tras esa primera disputa verbal entre blancos y azules había que entrar en la Carrera principal. Vítores habituales sin muchos estrenos en el repertorio, saludos en la puerta de San Francisco y algún que otro improperio; muchos empujones porque nadie quería perderse nada. La primera procesión lorquina cumplió con el guion establecido: una parte bíblica representada por el Paso Blanco; y otra eminentemente religiosa presidida por el Paso Azul y el acompañamiento de los Pasos Encarnado, Morado y Hermandad de la Curia.

La Dolorosa se unió ayer con aquellos que en 2020 gritaron vivas desde sus casas o se inventaron una serenata para sus hijos Solete Slow Photo

Mientras en la Carrera principal hacían su entrada los grupos a pie y caballo del cortejo blanco, en la sede del Paso Azul, la iglesia de San Francisco, los portapasos hacían el movimiento definitivo para permitir el encuentro de la Dolorosa con los suyos, con aquellos que en 2020 gritaron vivas desde sus casas, se inventaron una serenata para sus hijos o, saltándose el confinamiento, acudieron a depositar flores frente a una puerta que nunca debió permanecer cerrada un Viernes de Dolores. Pero eso es pasado. Ayer cada metro cuadrado del atrio se convirtió en un altar de oración. Descendiendo por la cuesta de San Francisco, tremenda emoción en los rostros de quienes portaban a la Virgen de los Dolores y contagio para los que con ellos recitaron desde la acera los versos de su himno. Solemnidad azul.

Unas calles más bajo, el Paso Blanco reconstruía Roma en la figura del emperador Constantino, aquel que posibilitó que los cristianos lo fueran sin ser castigados por ello. Toda su estirpe familiar y también la de sus rivales, a caballo o en enganches que desafiaron acertadamente la prudencia para arengar al palco blanco. Una procesión festiva en la que no faltó el ingrediente sorpresivo que exigen las procesiones lorquinas. Caballos y jinetes de aquí pero también llegados desde otros rincones de España. El Tres -el himno blanco- y las banderas, cerrando una comitiva que se recogió por Lope Gisbert con buena sensación entre los procesionistas y con el pensamiento puesto en la siguiente contienda bíblica, la del Domingo de Ramos.

Un giro y ya, la entrada en Carrera, la melodía del himno de la Madre Dolorosa y las tribunas en pie. Precediendo su paso, los estandartes de la cofradía, declarados Bien de Interés Cultural. La Virgen de los Dolores ataviada con el manto que para ella ideara Francisco Cayuela entre los años 1904 y 1905. Sus portapasos, con túnica de corte franciscano rememorando la cofradía matriz de la que proceden. Las gargantas rotas en vítores y un procesionar sereno hasta alcanzar el Óvalo para retomar el regreso al templo. Premura en ‘los palcos’ para coger el atajo que lleve a San Francisco. Gente con paso acelerado y gente que prefirió el acompañamiento de detrás. Con la noche ya cerrada, la Dolorosa es aclamada en la Recogida. Todo lo demás, ya es propiedad del olvido.

Otros actos

La hermandad de Labradores celebra esta noche su Salve a la Dolorosa

La Hermandad de Labradores, Paso Azul, celebra esta noche su tradicional Salve a la Virgen de los Dolores en la iglesia de San Francisco a partir de las 20.30 horas y en la que participan los mayordomos de la cofradía. El acto se desarrolla en un solemne silencio hasta el momento en el que se rompe con los primeros sones de la Salve, una pieza musical histórica obra de Juan Antonio Gómez Navarro, quien fuera maestro de capilla de la catedral mezquita de Córdoba. La compuso en el año 1903. No se considera una obra del repertorio gregoriano, sino más bien, por su original fórmula, encaja con el estilo dórico clásico. La de hoy es la única ocasión del año en la que se puede escuchar esta composición creada por un lorquino devoto de la Dolorosa desde la añoranza que le suponía estar lejos de su tierra. 

La Salve de Gómez Navarro tiene influencia de producciones cordobesas de Eduardo Lucena Vallejo y de Cipriano Martínez Rücker, con quienes el autor compartía clases de piano, además de una estrecha amistad. Flauta, clarinete, violines, contrabajo y órgano fueron dando forma a la melodía, ideada para exaltar los valores maternales y sacros que hacen enaltecer la figura de la madre de Jesús. La primera vez que se interpretó esta pieza musical fue coincidiendo con el estreno del manto que Francisco Cayuela realizó para la Virgen en el año 1904. Se entona en latín.  

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