El centenario Puente de la Torta ha ganado el duelo a la Ronda Central de Evacuación. La histórica infraestructura contaba con suficientes argumentos para alzarse con el triunfo en el combate, aunque por momentos se vio peligrar -al considerado como segundo puente de estas características del país- por ridículos proyectos que pretendían desgajarlo, alzarlo con grúas y trasladarlo a quién sabe dónde. El honor ha quedado salvaguardado y la venganza llegará con la construcción de la nueva carretera que se rendirá a sus pies pasando bajo un puente que lucirá más espléndido que nunca.

Lejos de consideraciones en el ámbito de la arquitectura y la ingeniería contemporánea el Puente de la Torta ha logrado un valor sentimental entre los lorquinos que le ha llevado a protagonizar una de las estrofas de la popular ‘Jota Lorquina’ cantada a la Patrona, Santa María la Real de las Huertas, cuando es trasladada desde su santuario a la ciudad: ‘Cuando pasa mi Patrona por el Puente de la Torta, florecen los limoneros, los naranjos y las rosas’.

El Puente de la Torta, denominación que recibió por estar construido para sustituir un malecón o torta destinado a cruzar la rambla y a desviar las aguas hacia los brazales de Cazalla y Marchena, como asegura Sala Just en su libro ‘Lorca. 1895-1936’, fue construido en 1910. Su presupuesto, de 14.000 de las antiguas pesetas, fue financiado por el Sindicato de Riegos. “Demuestra una vez más el compromiso que los distintos organismos que han administrado el regadío de Lorca han tenido con la ciudad desde tiempo inmemorial”, afirmaba el presidente de la Comunidad de Regantes de Lorca, Juan Marín.

Su popularidad le lleva a estar incluido en una de las estrofas de la ‘Jota Lorquina’ que se canta a la Patrona de la ciudad

La infraestructura salvaba la Rambla de Tiata cuyo tránsito, a través del referido badén, “no solo resultaba incómodo sino que se veía frecuentemente interrumpido por lluvias torrenciales o por avenidas”, como asevera en un informe sobre el Puente de la Torta el investigador del Archivo Municipal de Lorca, Manuel Muñoz Clares. A él, también hace referencia Juan Marín que señala que su construcción “estableció una conexión y una unión entre el campo y la ciudad”. Y se alegraba de que “perdure en el tiempo y se conserve, en recuerdo de lo que en su momento supuso su construcción por encima de la gran boquera de aguas turbias de Tiata, cuyo particular tamaño era único en el levante español”.

En ese mismo lugar, y desde época medieval, -relata Muñoz Clares- existía uno de los enclaves más importantes para el riego de la huerta y campo. “Se trataba de un gran partidor –desaparecido hace años con la modernización del regadío- que separaba el agua que habría de discurrir por los brazales de Las Cabezas y la Bóveda, que se subdividían a su vez en otros brazales y acequias para llegar a las más alejadas tierras de cultivo.

Desde antiguo se conocía ese nudo importante de partición de aguas como la ‘Torta de los tres Puentes’, “por haber tres pasos elevados sobre los cauces que servían para el tránsito de personas y ocasionalmente para el gobierno de riegos”, explica Muñoz Clares. Con frecuencia estos pasos eran arruinados por las riadas o por su constante uso. Así pues, para normalizar el acceso a los espacios donde se celebraban la feria de ganados y las fiestas patronales en el mes de septiembre, así como garantizar que los vecinos de la entonces populosa barriada de Santa Quiteria no viesen interrumpida la comunicación con la ciudad en caso de avenidas, se decidió la construcción de un puente sólido que solucionase esos problemas.

En septiembre de 1910, con cargo al Sindicato de Riegos, actual Comunidad de Regantes de Lorca, se acabó de construir por el ingeniero Francisco Manrique Lara el que hoy conocemos como Puente de la Torta. La infraestructura contó con un presupuesto de algo más de 14.000 pesetas cuyas partidas más voluminosas se dedicaron a acero y hierro, cemento y mano de obra.

Construido con hormigón armado, salvaba una distancia de 55 metros entre los cajeros del cauce de Tiata. Su estructura sustentante la formaban “dos arcos paralelos, arriostrados cada tres metros, con una luz de 45 metros y seis metros de elevación máxima sobre el lecho del cauce. El tablero superior, de cuatro metros de anchura, trasladaba el empuje por medio de montantes y viguetas transversales”, reseña el archivero municipal. 

El histórico puente esta semana. pilar wals

Carros de tres toneladas

En ese tablero se dispuso una calzada de piedra machacada de dos metros de ancho que podía soportar el paso de carros de hasta tres toneladas de peso, y a ambos lados, sobre el vuelo de las viguetas, se colocaron dos aceras peatonales a las que bordeaba una sencilla baranda compuesta por dos barras de hierro embutidas en pilotes de hormigón.

El Puente de la Torta pudo tener un precedente claro en las estructuras ideadas por el ingeniero José Eugenio Ribera Dutaste y el arquitecto Julio Martínez-Zapata Rodríguez. “El primero diseñó y construyó puentes de hierro y unas de sus primeras experiencias con hormigón armado la llevó a cabo en el Puente de Golbardo, en Cantabria, finalizado en 1903, al que se asemeja el lorquino de la Torta”, determina Muñoz Clares. Aquella construcción cántabra fue declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento. Esa nueva forma de construir influiría en numerosas obras públicas de años posteriores.

Su construcción fue financiada por el Sindicato de Riegos que pagó por él 14.000 pesetas

La infraestructura es considerada como un elemento importante de nuestro patrimonio cultural tanto por su antigüedad, que supera el siglo, como por el testimonio que da del avance de la ingeniería española en aquellos años. “Es uno de los símbolos de Lorca, que a lo largo de sus más de cien años ha sumado una gran relevancia cultural, social y de crecimiento del municipio, y que hoy constituye uno de los principales accesos al casco histórico”, argumenta el consejero de Fomento e Infraestructuras, José Ramón Díez de Revenga.

Precisamente esta semana se ha presentado el proyecto del Tramo 3 de la Ronda Central de Evacuación que transitará bajo la infraestructura. “Esas obras, a las que el Gobierno regional destina 7,7 millones de euros, respetan, refuerzan y ensalzan los valores del Puente de la Torta”. Y añadía que “la mejora del puente y de todo su entorno va a suponer un hito histórico que mejorará la movilidad urbana y el patrimonio cultural de este municipio”.

Obligación moral de conservar

A lo largo de los años el Puente de la Torta ha sido sometido a distintas mejoras, que han procurado conservar lo esencial de su estructura. Las mejoras se han efectuado en su tabla que dejó de ser de tránsito para carros, caballerías y peatones, para destinarse únicamente al paso de personas. Está integrado en el Catálogo de Bienes Protegidos del actual Plan General Municipal de Ordenación de Lorca.

Esta protección permite solamente obras de consolidación, conservación y restauración. Su protección se debe a su ‘Relevancia cultural’. “Tenemos obligación moral de conservarlo no solo por tratarse de un bien patrimonial, sino también por tradición. Conforma una de las fotografías más importantes de los lorquinos, porque quién no ha bajado al Santuario Patronal, a la Feria Chica… y ha cruzado el Puente de la Torta”, afirmaba el alcalde, Diego José Mateos.

La protección local con que cuenta le lleva a formar parte del Catálogo del patrimonio Cultural de la Región de Murcia. “Es la que nos ha permitido su conservación y que se busquen alternativas para que permanezca en el lugar para el que fue concebido. Es un icono que siempre ha conectado la ciudad con la huerta y así debe continuar”, admitía Mateos.

En el informe de Manuel Muñoz Clares se hace mención al “traslado o movimiento de la estructura”, que se ha podido proponer en alguna ocasión con motivo de la construcción de la Ronda Sur. Se reseña que “no quedaría completamente descartado por legislación y normativa”, pero tendría un evidente impacto cultural y posiblemente social que no es fácil prever, así como un “riesgo evidente de rotura de toda la estructura”.

Finalmente, se apostó por la “conservación in situ” del Puente de la Torta, manteniendo toda su extensión y su carácter peatonal, que parece la propuesta más acertada de cara a su conservación futura, ya que “la merma de uno de sus lados o la remoción, con peligro de que se rompan de manera irreparable sus arcos”, afectaría de modo muy negativo a la integridad de la obra y a su funcionalidad.