Los belenes napolitanos tuvieron su auge en época de Carlos III. Este rey fue el que promovió la tradición que se hizo rápidamente hueco en su corte. Los puso de moda de tal modo que todos los nobles de entonces querían tener su propio belén napolitano. El de Carlos III, conocido como ‘Belén del Príncipe’, se muestra cada diciembre en el Palacio Real de Madrid, con un montaje distinto en homenaje a diferentes personajes históricos.

Hace mil años, mucho antes de que Carlos III pusiera de moda este tipo de belenes, ya se hablaba en algunos documentos de un pesebre instalado en la iglesia de Santa María del Pesebre de Nápoles. Y en 1340 la reina Sancha de Mallorca, nieta de Jaime I de Aragón ‘El Conquistador’, regaló a la orden de monjas de Santa Clara un pesebre para la nueva iglesia construida en la capital napolitana, del que se conserva la figura de la Virgen María en el Museo de San Martino.

Lorca, conocida como la ‘Ciudad del belén’, no podía quedar atrás y ya cuenta con un nacimiento napolitano que se custodia en una vivienda de la calle Alfonso X el Sabio, aunque su enclaustramiento podría concluir muy pronto, ya que son muchas las propuestas que su autor ha recibido para exhibirlo públicamente la próxima Navidad. El artista que ha modelado cada una de las piezas es ducho en la materia, ya que fue uno de los artífices del belén del colegio público Virgen de las Huertas junto a su director, Blas Martínez.

La inmensa maqueta se montó en los primeros años en el centro escolar, para más tarde trasladarse hasta la sala de exposiciones de la Fundación Cajamurcia. Allí se mostró una Navidad tras otra, hasta que llegó la pandemia. Su abandono del colegio, tras jubilarse, le llevó a contar con más tiempo libre y a idear cómo hacer realidad uno de sus sueños: crear un belén napolitano.

El pasado verano comenzó a modelar en barro. «Probé con distintos materiales hasta que di con el que me permitía trabajar las caras fácilmente y que al secarse tomaba la consistencia necesaria para aplicar la pintura», afirma Rafael Ruiz Castillo. En el tiempo que dedicaba al cuidado de su hermana enferma modeló una, dos, tres… y así hasta varios centenares de caras, brazos, piernas, ovejas y otros personajes que conforman el curioso belén. «Todas son diferentes. He procurado que los rasgos no sean idénticos».

Pero como todos los belenes napolitanos, también confeccionó sus peculiares vestimentas con trajes que fue cosiendo en lienzo y sedas, con remates de puntillas y adornos. «Las figuras pueden adoptar la forma que se quiera. De rodillas, tocando algún instrumento… Todas son articuladas, lo que te permite darles ese toque de movimiento que no tienen los belenes tradicionales», explica.

En lo más alto de un templo en ruinas están los siete arcángeles. Cada uno viste su color y muestra los atributos que les acompañan habitualmente. Están Jofiel, Chamuel, Gabriel, Rafael, Uriel, Zadkiel o Zadquiel y San Miguel. Junto a ellos, los ángeles serafines que muestran tres pares de alas cada uno de ellos. «Alas que no son pintadas, sino que son de plumas auténticas. Tratándose de la jerarquía más elevada de los ángeles había que tratarlos con cariño», recalca.

Dios se muestra representado en una gran nube que preside la escena. «Están Dios padre, Dios hijo y el Espíritu Santo, porque quería incluir a la Santísima Trinidad», detalla. Más de medio centenar de ángeles rodean la escena. Algunos de ellos portan instrumentos en miniatura que incluyen todos los detalles, como ocurre en los belenes napolitanos. «Mi devoción por la música me ha llevado a recrear decenas de instrumentos. Hay un órgano, violines, violas, flautas traveseras y un laúd», apunta.

Un órgano de madera recreado fielmente y que toca un organero con sus manos perfectamente colocadas en el teclado y sus pies en el pedalero son otra de las curiosidades. Y la maqueta está repleta de ovejas con abundante lana de este animal que se muestra rizada como la natural. Entre decenas de palmeras un pastor corre. Se trata de un cariñoso homenaje a su amigo Blas Martínez. «He intentado recrearlo lo máximo posible», señala Rafael.

Una fuentecilla ofrece el sonido del agua cayendo y pide su protagonismo. Junto a ella, búcaros y vasijas de barro con tapaderas en miniatura de madera. Platos de cerámica pintados y vidriados y una cesta repleta de alcanciles con todos los detalles completan el conjunto. El artista tiene la firme intención de seguir trabajando en el belén para incorporar nuevas piezas. Lo hace en el pequeño estudio donde pinta. Desde el confinamiento esta afición se convirtió en algo más serio y prepara una exposición. Destacan sus espectaculares cuadros de inmuebles y rincones del recinto histórico de la ciudad. Recreados tan fielmente que muchos de ellos parecen fotografías captadas en ese preciso instante. Están la Plaza de España con su imponente Colegiata de San Patricio, el Conservatorio de Música Narciso Yepes y balcones repletos de flores de la calle Santiago.

Un grupo de ángeles tocan instrumentos junto al portal. P.W.

Ningún detalle de las caras de los personajes se ha dejado a la improvisación

Un pastor de rodillas deja ante el Niño Jesús una cesta repleta de verduras. Su cara muestra la sorpresa de ver al Niño Dios. Cejas levantadas, ojos bien abiertos y una leve sonrisa que se deja entrever en la abundancia de su barba. Sus manos levemente alzadas y unidas cerca de su pecho. Muy cerca otro personaje, que cuida de su rebaño, se apoya en un cayado mientras parece mirar al horizonte. Y un grupo de músicos muestra en cada gesto de sus rostros el sentimiento por la música que están tocando. Rafael Ruiz Castillo no ha dejado ningún detalle a la improvisación. «Sabía que era importante que cada pieza transmitiera lo que está recreando en ese momento. No hay ninguna igual, pero también he procurado que sus caras expresen lo que sentirían si la escena fuera real», cuenta mientras muestra una de las piezas de su belén napolitano. El lorquino reconocía que ha disfrutado mientras lo ejecutaba. «Mucho. Porque me ha costado trabajo lograr idear algunos de los mecanismos de las figuras, pero esa investigación también me llevaba a disfrutar de cada instante. Y te anima mucho cuando los que lo ven se quedan sorprendidos y te felicitan». Su mente inquieta ya está dispuesta para nuevos proyectos. «Quiero incorporar para el próximo año más personajes. Voy a seguir modelando porque mi intención es incluir para la próxima Navidad nuevas figuras», concluía.