Aromas de Navidad desde el convento de clarisas de Lorca
Serenados, polvorones, cordiales y bilbaos se elaboran estos días en su horno

Bandejas de mantecados recién sacados del horno. / Pilar Wals
La Navidad trae aromas a canela, naranja, limón, anís, almendras… y llegan desde el Monasterio de Santa Ana y Santa María Magdalena de clarisas, junto al viejo Puente de Hierro. Desde hace semanas las monjas del ‘convento de abajo’ están elaborando sus tradicionales dulces que sirven en unas pequeñas cajitas perfectamente ordenados y a los que no les falta ni siquiera aquellas puntillas de antaño que ponían nuestras abuelas en las bandejas de los turrones y mantecados para decorarlas en Navidad.
Pasado el Puente de la Inmaculada el horno de las clarisas es un no parar. Y este año mucho más, ya que los trabajos se realizan intentando esquivar los horarios de mayor coste de la energía eléctrica. Esto ha llevado a que las jornadas sean casi interminables y que las monjas hayan tenido que cambiar las horas de descanso, madrugada y después de comer, para dedicarse a meter bandejas en el horno. “Procuramos adaptarnos a los horarios en que la luz es más barata, de lo contrario subirían los costes y tendríamos que repercutirlo en el precio final y no queremos hacerlo”, reconocía la sacristana del monasterio, Sor María Jesús.
Llegar al convento estos días es fácil para el que no conoce el camino. Únicamente hay que seguir el aroma a dulces de Navidad. Desde mucho antes de llegar al monasterio ya se puede dar cuenta de qué se está elaborando en su horno. Serenados, polvorones, roscos de naranja, cordiales, bilbaos… Empanadas, torta de pimiento molido con sardina y hojaldres de jamón de York. Pero también por el ir y venir de lorquinos que llegan hasta la puerta del monasterio andando desde el centro de la ciudad.
Muchos aprovechan la espera para visitar el belén del monasterio, junto a su capilla. El Niño Jesús ya está en el pesebre. El ‘huérfano’, como le llaman en el convento, formaba parte de un grupo escultórico junto a una imagen de San José que desapareció. Quedó únicamente el Niño para el que han sido todos los mismos de las monjas desde entonces. Se trata de una imagen de Salzillo bellísima, que únicamente puede contemplarse en estos días de Navidad. Su sueño es velado mientras está en el belén siempre por una monja clarisa.
La tradición del monasterio lleva a que tras la Misa del Gallo se dé a besar, aunque desde la situación de pandemia dejó de hacerse. El Niño se muestra junto a José y María vestido con pañales que le han hecho las monjas, como también la cunita con troncos flexibles de madera de granado.

Haciendo rollos de naranja para meterlos en el horno.
Encargos de los regantes
La temporada de dulces de Navidad está a punto de llegar a su fin. Este año los encargos han llegado incluso desde la Asamblea Regional. El presidente de la Cámara, Alberto Castillo, realizó un importante encargo con el fin de ayudar a las monjas a pagar las facturas tras tener conocimiento de que la venta de dulces supone un apoyo económico para el monasterio. Hasta Cartagena se llevaron decenas de pequeñas cajas de dulces que se suman a las que cada año se solicitan desde el Sindicato Central de Regantes del Tajo Segura, Scrats.
Los regantes de Alicante, Almería y Murcia ayudaron tras el terremoto de mayo de 2011 a la recuperación del monasterio que quedó gravemente dañado a través de la campaña ‘Céntimo solidario’ y siguen haciéndolo con este tipo de encargos. Y en unos días los dulces de Navidad dejarán espacio en el horno a los roscones de Reyes. Se han convertido en un clásico en la noche de Reyes.
Y durante todo el año se pueden degustar, previo encargo, pastelillos de cabello de ángel, pastel de frutos secos y pastel de crema. En Semana Santa, empanadillas por docenas. Y en Navidad y Pascua, tortas o monas. “Vienen muchos lorquinos, pero también –desde la pandemia- nos hacen encargos desde Murcia e incluso de Madrid. Son, sobre todo, lorquinos que viven fuera y nos tienen mucho cariño y piden que les mandemos nuestros dulces de Navidad”, cuenta Sor Isabel Teresa.
La Madre Clara María hace habitualmente los bizcochos y Sor Ana María es la encargada de cocer los dulces navideños. La nueva ‘hornada’ de monjas, Sor Esther María del Espíritu Santo y Sor María de los Milagros, se han convertido en poco tiempo en unas expertas reposteras a la altura de Sor Fátima de Jesús y Sor María de las Huertas. Y a la hora de ordenar los dulces en las pequeñas cajitas no hay nadie mejor que Sor Rosario por su meticulosidad. En el horno también ayuda otra de las recién llegadas, Sor Juana María, que recibe formación en el monasterio de Lorca y que estos días ha regresado a su convento.
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