Lorca

Un belén viviente a los pies de la Patrona de Lorca

Medio centenar de jóvenes de Coros y Danzas Virgen de las Huertas representaron el nacimiento de Jesús

Los actores del belén viviente en el altar mayor a los pies de la Patrona, anoche.

Los actores del belén viviente en el altar mayor a los pies de la Patrona, anoche. / PILAR WALS

El Santuario Patronal de Santa María la Real de las Huertas se convirtió anoche en una postal de Navidad. Una estampa costumbrista que recreó a todos los personajes que participaron del nacimiento del Niño Jesús. Los más jóvenes del grupo de Coros y Danzas Virgen de las Huertas volvieron a escenificar a los pies de la Patrona una historia que ha pasado de padres a hijos desde hace más de dos mil años.

La celebración dio comienzo con una misa que ofició el párroco Miguel Ángel Alarcón Olivares que amenizaron los más pequeños del grupo cantando malagueñas y jotas. El relevo lo cogía la joven Paula Amador que con su narración envolvió en un halo de misterio a todos los presentes mientras relataba cada uno de los pasajes que se iban sucediendo. Y las historias que iba contando, conocidas por todos, cobraban un especial protagonismo al ser revividas.

La Virgen María y San José se situaron en el centro del altar mayor. Presidía el espacio una cunita como las que tienen las monjas clarisas para sus Niños y que realizan con varillas finas de madera flexible. Pero el recién nacido apenas ocupó el lugar, porque fue acunado durante todo el acto primero por su madre, pero también por los pastores y las lavanderas que le cantaron un villancico a modo de nana.

Los atuendos que todos lucían asemejaban a los de aquellos tiempos, pero con un toque lorquino. El espacio que ocuparon los actores también estaba impregnado con aires de la tierra, con alfombras de lana de distintos colores, que intentaban hacer más llevaderas las bajas temperaturas que se registraban a esa hora. Una artesa centenaria sirvió de escenario a las lavanderas que restregaban los pañales del Niño en tablas de lavar.

Y los cánticos resonaban anunciando la entrada y salida de los pequeños de la escena principal desde las puertas de la capilla de los Condes de San Julián. Allí se situó el pequeño coro que con el acompañamiento de la voz y guitarra de la concejal popular María de las Huertas García se dejó sentir en la penumbra, ya que el templo estaba iluminado tenuemente.

La Sagrada Familia no estaba sola en el altar mayor. Le acompañaban un buen número de angelitos. A pesar de su corta edad no se inmutaron durante la representación, siguiendo cada uno de los pasos de los pastores, lavanderas y otros personajes que se acercaron para participar del nacimiento del Niño Jesús.

Le dejaron cestas de caña y mimbre con presentes y cántaros y botijos con agua. Sus Majestades los Reyes de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar, también acudieron para adorar al recién nacido y dejarle oro, incienso y mirra. Y Herodes, interesado por conocer el lugar donde había nacido el Niño Dios, se encontró con los Reyes Magos.

Los villancicos no cesaron durante toda la representación. Las letras se adaptaban a cada uno de los pasajes. El público que abarrotó el templo siguió las distintas escenas con un silencio casi sepulcral roto únicamente al final por los aplausos con los que obsequiaron a los pequeños actores.

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