El recinto de Ferias y Congresos de Santa Quiteria acoge este fin de semana el noveno Concurso exposición de palomas de raza autóctonas murcianas que ha organizado la Sociedad de Palomistas Ciudad del Sol. Unos 300 ejemplares de las principales razas, Cuco lorquino, Laudino murciano, Buchón porcelano, Morrillero alicantino, Quebrado murciano y Palomo de clase, se dan cita en la ciudad, que se ha convertido desde el martes en capital de la colombicultura.

En el pabellón principal del recinto ferial se han instalado las jaulas que acogen ejemplares llegados desde Cehegín, Caravaca de la Cruz, Mula, Cartagena, Murcia, Bullas y Lorca. Este fin de semana está siendo visitado por el público en general, mientras que durante los últimos días solo han tenido acceso los profesionales que han participado en los distintos concursos, cuyos premios se entregarán este domingo a mediodía.

Habrá más de 60 reconocimientos que se repartirán por categorías y razas, además de adultos y pichones de un año, según ha explicado en declaraciones a LA OPINIÓN el presidente de la Sociedad de Palomistas Ciudad del Sol, Gregorio Gómez Ruiz, quien ha señalado que este fin de semana se dan cita en Lorca “los mejores ejemplares de toda la Región”.

El municipio, ha explicado, es uno de los pocos lugares que cuenta con una raza autóctona, “Cuco lorquino”. Se debe, ha argumentado, a la “gran afición que hay en Lorca a la cría y adiestramiento de palomas”. Las cifras así lo demuestran. La Sociedad de Palomistas Ciudad del Sol aglutina a medio centenar de profesionales y se calcula que otros tantos también practican este deporte sin estar federados. “Creemos que en Lorca puede haber unos 120 aficionados”, ha admitido.

Perseguidos

No es un buen momento para los amantes de este ‘arte’, ha reconocido Gregorio Gómez, quien ha asegurado que se sienten perseguidos. “La gente, el público en general, tiene una visión muy negativa de las palomas. Rápidamente todo el mundo piensa cuando se habla de palomas en el daño que producen a las iglesias y el resto de monumentos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, ya que esas palomas no son las que nosotros tenemos”.

Sus palomas, ha recalcado, viven en palomares especiales. “Hacen vuelos controlados, nuestros criaderos están cerrados y cada palomo tiene su departamento donde vuela unas determinadas horas al día. Las vuela su dueño y luego se encierran”. Y ha añadido: “estas palomas van al veterinario, están vacunadas, se desparasitan regularmente y están anilladas y federadas. Todas tienen licencia de vuelo”. Una de las mayores preocupaciones para los amantes de este artes son los robos. “Se producen continuamente. Es raro el criador que no ha tenido algún asalto y le han quitado algún ejemplar”. Y es que el precio de estos ejemplares ronda entre los 300 y 500 euros.

La colombofilia o colombicultura consiste en la cría y adiestramiento de palomas para convertirlas en palomas mensajeras, capaces de volver a su palomar. Ya no tienen como finalidad llevar mensajes, pero sí recorrer un trayecto a la mayor velocidad posible. El primer concurso colombófilo que se conoce data del 15 de junio de 1820. Entonces, los ejércitos establecieron la aplicación militar de este arte que tuvo su auge durante la Primera Guerra Mundial. En la Segunda Guerra Mundial se abandonó este empleo en favor de las telecomunicaciones modernas.