El franciscano José Hernández Valenzuela prologó el libro El convento franciscano de la Virgen de las Huertas. Historia e iconografía de un templo emblemático y de su imagen titular. En su texto afirmaba: "Pro captu lectoris habent sua fata libelli". Se trata de una sentencia de Terenciano Mauro del siglo II, que presto traducía: “Según la capacidad del lector, los libros tienen su destino”. Este argumento le llevaba a señalar que el libro que tenía entre sus manos, el de Muñoz Clares, había tenido un destino y había sido un destino feliz.

El Padre Valenzuela también hacía referencia a que no era frecuente que “un texto de rigurosa investigación como el suyo, de una temática histórica en parte, netamente religiosa en otra, pertinente desde el punto de vista artístico y de un ámbito local muy restringido, como es el convento franciscano de la Virgen de las Huertas, haya tenido tan grata aceptación en estos tiempos de sequedad lectora”.

Este último párrafo, referido al libro de Muñoz Clares, probablemente es el que mejor define al pregonero de la ‘Feria Chica’. Y no podía ser otro el que esta noche pregonara las ‘bondades’ de unas celebraciones que giran en torno a Santa María la Real de las Huertas y el convento donde se custodia la Patrona de Lorca. El historiador e investigador y archivero de la ciudad a buen seguro nos deleitará con mil y una anécdotas y detalles desconocidos que prefiere no guardarse nunca para sí.

Bajo la torre campanario del convento de las Huertas dará la bienvenida a unas fiestas que, como el año pasado, vuelven a ser ‘descafeinadas’, por la situación de pandemia. Pero ello, no privará a nadie de adentrarse en el santuario patronal, de visitar a la Virgen de las Huertas, de disfrutar de la ofrenda floral y de cantar y bailar la ‘Jota Lorquina’. Este año, tristemente, uno de sus principales párrafos no podrá hacerse realidad: ‘Cuando pasa mi Patrona por el Puente de la Torta florecen los limoneros, los naranjos y las rosas’. Y como diría el pregonero: “Ya llegarán tiempos mejores”.