La comarca del Noroeste se vacía y necesita con urgencia medidas que dinamicen los sectores claves para fijar población al terreno. Así se pone de manifiesto en el informe realizado por Francisco José Morales del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional a Distancia.

Según el estudio, publicado en Polígonos, revista de geografía, uno de cada tres municipios españoles ha perdido más del 25% de su población desde el comienzo del siglo XXI, a pesar de que España ha aumentado su población un 15,37% desde el año 2000 (INE). La comarca del Noroeste, con 2.373,3 km2, ocupa aproximadamente la quinta parte de la Comunidad, aunque sólo vive en ella un 4,76%; está compuesta por cinco municipios, dos de ellos grandes en superficie: Moratalla (954 km2) y Caravaca (858 km2); dos medianos: Cehegín (299 km2) y Calasparra (185 km2); y uno pequeño: Bullas (82 km2).

Tradicionalmente su economía se ha basado en el aprovechamiento forestal, cultivo de cereales y huerta en el fondo de los valles donde aparecen pequeñas corrientes de agua no permanentes.

El gran éxodo comenzó a mediados del pasado siglo XX, primero con la industrialización de grandes ciudades y la marcha de los vecinos en busca de nuevas oportunidades. Se segmentaron en dos grupos: los que emigraron a grandes capitales como Madrid y Barcelona y luego, con el efecto salida hacia Europa en el inicio de la década los sesenta, se dio un extraordinario desarrollo económico de países como Alemania, Francia o Suiza; lugares donde, además de la estabilidad, jugaba a favor la devaluación de la peseta y el consecuente ventajoso cambio de moneda de los jornales europeos.

El segundo éxodo, que fue clave para la despoblación de la comarca, fue el aumento del turismo en la década de los 70 en otros lugares de España, lo que generó la salida de jóvenes, especialmente de los núcleos diseminados; y, en la mayoría de los casos, generalizado en las Islas Baleares.

En las conclusiones, el estudio avanza que la comarca se encuentra en un proceso de estancamiento poblacional con una clara tendencia a la reversión o pérdida poblacional. De los cinco municipios estudiados, el de Moratalla presenta las cifras más elevadas en la evolución hacia el vaciamiento poblacional, que continúa creciendo. Los demás municipios están en una clara situación de estancamiento demográfico, excepto Caravaca, que alcanzó su máximo demográfico en 2011 y luego ha tenido un decrecimiento leve hasta 2020. Los demás municipios presentan atenuados descensos desde la década de los 60 del siglo XX, cuando se inició? el éxodo rural con la llegada de la industrialización de España y la emigración a diferentes países de Europa. Es notorio el caso de Moratalla, que registra un índice de 8 hab/km2, mientras que los demás municipios también presentan bajos índices en relación a la media española (92,3 hab/km2), Cehegín (18 hab/km2), Caravaca (15 hab/km2) o Calasparra (19 hab/km2); con la excepción de Bullas, que posee un término municipal de una superficie muy pequeña (82,2 km2) y presenta una media de 140 hab/km2.

Una comarca cuyos habitantes, especialmente de los núcleos diseminados, buscan sobrevivir haciendo frente, no sólo a las dificultades geográficas, sino también a la falta de servicios. Muchos han tomado la firme decisión de seguir viviendo en los lugares que los vieron crecer, donde han encontrado un trabajo que les ha permitido fijarse al terreno.

Análisis DAFO

El estudio también ha realizado un análisis de debilidades y fortalezas de la zona. Entre los puntos débiles destaca una escasa presencia de industrias manufactureras, así como poca expansión del sector servicio. Otra de los hándicaps es la falta de red ferroviaria, lo que, unido a la topografía complicada en parte del territorio, hacen que baje la ocupación humana, así como la capacidad de inversión y atracción de capitales externos.

Entre las fortalezas que destaca el estudio de Morales Yago, están las excelentes condiciones naturales para promocionar el turismo rural, así como el patrimonio natural e histórico de la zona, y eventos consolidados con el Año Jubilar caravaqueño.

En el último asalto, algunas pedanías han conseguido no caer en la pérdida total de habitantes con la llegada del turismo rural, a finales de los años 90. Un factor que ha servido de nicho económico, sobre todo en el sector servicios.

Durante los últimos años, se está dando un auge de compra de viviendas rurales para ser utilizadas de segunda residencia, pero esta peculiaridad no consigue fijar población al terreno, ya que únicamente se usa en periodo estival y para fines de semana.

La situación de la pandemia del coronavirus hizo que, el pasado verano, el turismo rural de la zona fuera el destino elegido por miles de murcianos, evitando las aglomeraciones de la costa y buscando lugares más aislados donde pasar los días de descanso.

Situación favorable

En relación a otros indicadores económicos como la tasa desempleo, los cinco municipios tienen una tasa mayor (18,19%) que la media nacional (14,1%) y autonómica (14,2%). También respecto a la renta media disponible, la comarca presenta una media de 14.467 euros frente a los 17.905 de media regional (Molina, 2015). Por último, otro indicador importante es el cómputo total de plazas hoteleras, el cual registra un total para la comarca de 410, lo que vendría a ser un 2,12% del total regional, que actualmente se eleva a 19.227 plazas.