De no haber sido por la pandemia que dirige nuestras vidas desde el pasado mes de marzo, Lorca sería durante estos días de septiembre un bullicio continuo de gentes y actos programados en torno a su feria y fiestas que en esta ocasión se hubieran celebrado entre los días 18 y 27 de septiembre.

Al no haber podido ser así, hay que ceñirse a las circunstancias con la mirada puesta en 2021, año en el que las celebraremos con más intensidad, si cabe.

La tradicional feria de Lorca se desarrolla durante el mes de septiembre. Hay que distinguir entre la Feria Chica, que se celebra durante los primeros días del mes y gira en torno a la patrona del municipio, la Virgen de las Huertas, a la que sucede la Feria Grande, que tiene lugar durante los dos últimos fines de este mes festivo, por excelencia.

La conocida como Feria Chica, se desarrolla junto al convento de la Virgen de las Huertas, en torno al 8 de septiembre, festividad de la patrona de todos los lorquinos y lorquinas. El convento franciscano, donde desde hace un par de años ya no está ocupado por los monjes de esta orden, ha ejercido siempre una fuerte atracción a las gentes de la Ciudad del Sol.

Las razones siguen siendo varias. En primer lugar por ser el centro devocional más querido al encontrarse en él la patrona. Por ser también, desde siempre, ameno y apacible de paisaje, situado en plena huerta lorquina, al que se llega a través de las alamedas y situado cerca de la ciudad de donde el caminante puede partir y alcanzar el santuario a pie, en poco más de 15 minutos, disfrutando el hermoso y extenso pulmón natural con el que cuenta la ciudad de Lorca. Y, por último, por haber constituido un activo centro comercial durante 200 años de nuestra historia.

Lorca, que gozó regularmente desde su reconquista, allá por 1244, de la protección y favor de los monarcas castellanos, tuvo por privilegio desde la época de Alfonso X, una feria franca, con motivo de la festividad de San Martín, en el mes de noviembre, en la que no pagaban ningún tipo de derecho las mercancías que en ella se vendían.

De este privilegio existen confirmaciones posteriores que garantizaban a los lorquinos la continuidad de un hábito mercantil provechoso para la economía local que daba salida a los productos de la tierra, al tiempo que permitía que los habitantes de la ciudad emplearan los ahorros del año en adquirir, entre otros, productos poco corrientes que podían rozar los apelativos de 'capricho' o 'lujo'.

Eran motivos casi enteramente económicos, al parecer ligados a la mayor facilidad de los comerciantes para desplazarse con sus mercancías en esas fechas, truncando una costumbre de cientos de años, lo que varió la fecha de sus celebración, pasando de noviembre a septiembre, mes en el que se sigue celebrando, tanto la Feria Chica como la Grande.

Durante el reinado de Carlos II se celebraba en el entorno del santuario patronal la feria franca, ordenando este mismo rey que se efectuara a partir del Día de la Virgen de Septiembre, 8 de dicho mes y durante algo más de 15 días, en honor a la Virgen de las Huertas. Todo ello se confirmó con un privilegio de Carlos II en abril de 1685.

Pasados unos años y aprovechando la buena coyuntura económica del primer tercio del siglo XVIII, el ayuntamiento tomó a su cargo levantar un considerable recinto junto al atrio de la iglesia del convento. Tenía cuatro entradas.

La principal, dando al mismo atrio del convento, con dos calles principales en su exterior de una anchura de más de 11 metros y medio con 142 metros de largo. En total se contabilizaba un conjunto de 190 tiendas o puestos de venta, incluidas las de su circunferencia.

La ciudad, la huerta y el campo iban allí a comprar -a veces para todo el año- y eran días de alegría, de fiesta, con coloridos toldos que amortiguaban la luz, con un trasiego de jinetes y carruajes que bajaban desde la ciudad por el llamado Camino de los Coches, junto a la Plaza de Toros, hoy Alameda Rafael Méndez, atravesando la Rambla de Tiata hasta llegar a las cercanías del convento, en aquel entonces con una muy buena oferta de mesones y hosterías.

La proximidad del convento aumentaba con los sones de sus campanas toda la carga festiva que rodeaba estos días septembrinos. En dicho lugar se siguió celebrando la feria hasta mediados del siglo XIX, en que debido al estado de deterioro de las tiendas, el concejo decidió trasladarlas hasta un espacio más céntrico de la ciudad, quedando instalada en la Plaza de Colón, junto al teatro Guerra. La Feria Chica ha visto revitalizarse a lo largo de los últimos años, favorecida por el interés de los vecinos de ese sencillo barrio de las Huertas por mantener la tradición, siendo, dentro de su modestia, lugar de encuentro y diversión para todos los que acuden a ella.

En la actualidad, tanto de los actos religiosos en honor a la patrona de Lorca, como los de tipo social en torno al 8 de septiembre con la Feria Chica, se encargan, respectivamente, la Hermandad de la Virgen de las Huertas y la Asociación de Vecinos del mismo nombre.

Tras la Feria Chica, comienza la Feria Grande, que se desarrolla a lo largo de los dos últimos fines de semana de septiembre. Aunque los actos se desarrollan por toda la ciudad, el centro para el centenar de atracciones que se pueden disfrutar, se instala cada año en el Huerto de la Rueda, en la zona de Santa Quiteria, donde semanalmente se celebra el mercado semanal.

En este amplio lugar es donde se concentran las atracciones feriales y tiendas de pequeño comercio. En él también se desarrollan buena parte de las actuaciones musicales que comparten espacio con la Plaza de España y aparcamiento del hotel Jardines de Lorca. Se trata de un lugar espacioso y acorde para reunir a los más jóvenes, sobre todo.

El recinto ferial del Huerto de la Rueda sustituyó desde hace años, como emplazamiento, otros espacios de la ciudad que sirvieron a lo largo del pasado siglo XX para que quedaran instaladas las atracciones y demás puestos, como la ya citada Plaza de Colón y su aneja Plaza del Negrito, la Alameda de la Constitución o el solar que hay junto a la Plaza de Toros o Coso de Sutullena.

Dichos lugares, con el paso del tiempo fueron presentando inconvenientes ya que se fueron quedando pequeños y ocasionaban molestias a quienes vivían alrededor de los mismos, debido al ruido y alta concentración de personas durante los días festivos.

Hace más de una década, la Feria y Fiestas de septiembre o Feria Grande comenzó a subir escalones con la celebración de la Feria de Día en la que los establecimientos de hostelería de la ciudad tienen la oportunidad de sacar a la calle, durante diez días, lo mejor de la gastronomía local y regional. Tras el tira y afloja sobre el lugar de su celebración, finalmente se estableció que el espacio más idóneo para celebrar la Feria de Día, es el centro de la ciudad con los bares y restaurantes que hay en torno a la calle Corredera, Plaza de España, Plaza de Colón, Avenida de Europa o Avenida Juan Carlos I.

La celebración de dicha feria es algo que se está echando mucho de menos durante estos días de septiembre en los que el protagonismo se lo sigue llevando al maldito coronavirus que, esperemos, haya sido vencido para la próxima edición de la feria, en septiembre de 2021.

Además de la Feria Chica, con la procesión con la patrona de Lorca, la Virgen de las Huertas que este año no se ha podido celebrar y la Feria Grande, también se celebra en septiembre, dentro del recinto de Santa Quiteria, reconvertido en IFELOR, la Feria de Artesanía de la Región de Murcia, donde se presentan productos artesanos de todo el país y de naciones invitadas.

Este año, tampoco se puede celebrar. Hasta hace unos años, también se celebraba durante la primera quincena de septiembre, la Feria Agroalimentaria e Industrial, SEPOR, conocida popularmente como la Feria Nacional de Ganado Porcino que se viene desarrollando desde el año 1967, habiendo superado ya los 50 años de vida. Dicha feria pasó a celebrarse en noviembre.

Suspensión obligada

El pasado mes de mayo, el ayuntamiento y los colectivos implicados en la feria se reunieron y decidieron suspender la Feria de Septiembre. Según el concejal de festejos, José Ángel Ponce, «hemos mantenido reuniones con los colectivos directamente implicados, para hablar de la situación a la que nos enfrentamos y hemos decidido que lo mejor, es suspender la edición de este año, al igual que han hecho municipios como Murcia, Cartagena o Molina de Segura».

Ponce recordaba que «debido a la crisis sanitaria que estamos viviendo no será posible disfrutar de la Feria de Lorca como la conocemos y merecemos y por ello se ha tomado esta decisión de manera coordinada con los colectivos implicados a los que agradecemos su colaboración».

De entre los colectivos más afectados por la suspensión de la feria y fiestas de septiembre, se encuentra el sector de la hostelería, la asociación de feriantes y las asociaciones a las que se les autorizaba durante estos días instalar un chiringuito en el Huerto de la Rueda, cuyos beneficios van destinados a sufragar parte de las actividades que desarrollan a lo largo del año.

Es el segundo golpe en importancia que sufre la sociedad lorquina durante este año 2020 al que muchos, están deseando que acabe. A la no celebración de la feria y fiestas de septiembre se une la suspensión también de la Semana Santa el pasado mes de abril, algo que también repercutió de forma muy negativa en la hostelería, entre otros sectores, que aún no se ha recuperado del golpe junto a muchos otros afectados.