Una operación conjunta de Policía Nacional y Guardia Civil ha permitido desarticular una organización delictiva integrada por ciudadanos españoles y marroquíes dedicada al tráfico de hachís desde Melilla con destino a la Península Ibérica que ha culminado con nueve detenidos por los presuntos delitos de pertenencia a organización criminal, contra la salud pública, tráfico de vehículos sustraídos y receptación.

Según informan ambos cuerpos en una nota conjunta, en la denominada operación 'Hermes-Cuádriga' se han intervenido 1.400 kilos de hachís, una plantación indoor de marihuana con 90 plantas, el bloqueo y embargo de 14 inmuebles y 2 naves comerciales, la intervención de 55 vehículos procedentes de robo, diverso material informático y de telefonía móvil, dispositivos de localización GPS, abundante documentación relacionada con la investigación y la suspensión de la actividad de dos empresas vinculadas a los investigados. El valor de los efectos intervenidos y bloqueados asciende a unos 4 millones de euros.

Según la investigación, dos de los integrantes de la organización -padre e hijo- afincados en Melilla eran los responsables de arrendar naves industriales en un polígono de la ciudad. Realizaban los trámites en persona y los pagos en mano y efectivo, con el fin de no dejar huella digital y tener cobertura legal para realizar operaciones lícitas.

Por su parte, otro miembro de la organización actuaba como representante de la empresa que el líder de la organización administraba y se encargaba de contactar con organizaciones delictivas dedicadas al tráfico de hachís en Melilla o Marruecos.

Una vez introducida la droga en Melilla, era almacenada en naves industriales alquiladas por la organización, usando como cobertura legal ser una empresa importadora/exportadora de ropa. Posteriormente, otra empresa consignataria despachaba la llegada a la ciudad de los semirremolques de "ropa usada", procedente de Almería, que introducían en las naves arrendadas.

Tras descargar la mercancía legal, introducían la droga en los remolques utilizados para traer la ropa en complejos dobles fondos realizados previamente, provistos de avanzados sistemas electrónicos de apertura, donde ocultaban dispositivos de seguimiento GPS, de tal forma que el líder de la organización controlaba en todo momento la localización del vehículo con la droga. Una vez preparada y cargada la droga en el semirremolque, solicitaban a la empresa consignataria su traslado aparentemente vacío, hasta el Puerto de Melilla, donde lo embarcaban en los buques con destino a la Península.

La droga tenía como destino un polígono industrial en la localidad de Lorca donde, al igual que en Melilla, introducían el vehículo en una nave industrial que utilizaban como "guardería" para la descarga y almacenamiento hasta el momento oportuno de su distribución.

Empresas pantalla para el blanqueo

Los beneficios económicos de la venta de la droga quedaban blanqueados mediante la cobertura de otras empresas pantalla creadas por la organización, con apariencia de legalidad y cuya finalidad era introducir en el curso legal los grandes beneficios obtenidos de forma ilícita.

En el transcurso de la investigación se detectó que varios de los integrantes de la trama realizaban paralelamente operaciones de tráfico trasnacional de vehículos sustraídos en Francia. Para ello, previamente realizaban una sucesión de cambios de titularidad en diversas ciudades del citado país,hasta conseguir un permiso de circulación válido que les permitiese realizar la venta posterior en España.