Corría el 10 de julio de 1936 cuando el diario de Murcia El Liberal publicaba una noticia titulada simplemente: 'Riñen por cuestiones amorosas'. Decía el texto que «en la diputación de La Hoya, de este término municipal, riñeron por cuestiones amorosas dos jóvenes de 18 años, resultando uno de ellos herido de un pinchazo en el vientre». Añade la noticia que «rápidamente fue trasladado al hospital, donde ingresó en grave estado» y que «el agresor se presentó voluntariamente en el cuartel de la Guardia Civil».

Dos días después, el mismo periódico titula: 'Fallece en el hospital'. Se indica en el cuerpo de la noticia que «ha fallecido en este hospital el joven de 18 años a consecuencia de la herida producida en el vientre, al reñir ambos en la diputación de La Hoya, por cuestiones amorosas». El crimen, en concreto, tuvo lugar en el paraje conocido como La Tejera.

El autor confeso del crimen, tras entregarse a la Benemérita, acabó en la cárcel para cumplir por haber quitado la vida a una persona. Al tratarse de un suceso sangriento y con resultado de muerte, el caso saltó después a nivel nacional. De esta forma se enteró el escritor, que luego sería Nobel de Literatura , Camilo José Cela. El literato, de esta manera, tomaba prestado lo sucedido en Lorca para su novela San Camilo,1936, obra ambientada, como su título indica, en las vísperas, festividad y octava de San Camilo 1936 en Madrid, justo en la semana precedente al estallido de la Guerra Civil española.

La obra está escrita en un monólogo interior continuo. En ella, aunque alterando por error la autoría entre agresor y agredido y variando su edad en un año, Camilo José Cela dice textualmente: «en Lorca, el joven, de 19 años, desairado en amores por la bellísima joven, de 17 años, mata de una enorme paliza a su sucesor en el aprecio de la muchacha, el joven, de 19 años».

En un denso monólogo ceñido entre la dureza expresiva y la ternura, el autor de La Colmena y La familia de Pascual Duarte, entre otros trabajos, relata los días que transcurren en torno al 18 de julio de 1936, festividad de San Camilo, dentro de los cuales incluye el apuñalamiento mortal que se registró en La Hoya ese mes de julio.

Según se indica en la contraportada del libro, «no es ésta una novela de guerra, sino en la guerra, que no se preocupa tanto de reconstruir los hechos históricos como de narrar, latido a latido, las vidas rotas y zarandeadas de las víctimas de la gran tragedia española del siglo XX».

La 'bella joven' de la que habla en su libro Camilo José Cela se casó posteriormente con un vecino de la zona, tuvo dos hijos y llegó a regentar un importante establecimiento de hostelería en la vecina localidad de Totana. Dicen quienes bien la conocieron que «era una mujer muy sencilla, amable, cariñosa, dulce, trabajadora e inteligente».

Por su parte, el criminal cumplió su pena en la cárcel de Murcia y después combatió en la Guerra Civil, donde no lo mataron. Se casó, se fue de la Región y está enterrado fuera también.

Felipe Poveda, investigador de Lorca que ha indagado en estos hechos, guarda documentación antigua sobre casos como este y explica, por ejemplo, que se da la circunstancia de que un hermano del fallecido en el crimen de 1936 estuvo al servicio en la capital de España del conocido militar y político Valeriano Weyler y Nicolau (1838-1930), y que llegó a ser un alto funcionario del Ministerio de la Guerra, gracias a su relación con el militar.

Dicho personaje fue capitán general de Canarias, Filipinas y Cuba, gobernador de Filipinas y Cuba, Ministro de la Guerra, Ministro de Marina, Jefe del Estado Mayor Central del Ejército, perteneció al Partido Liberal, participó en la Guerra de los 10 años, en la Tercera Guerra Carlista y en La Guerra de Cuba. Fue teniente a los 20 años, comandante a los 24 y teniente general a los 40 años de edad, siendo considerado como uno de los mejores estrategas militares de la historia de España. Ostentó varios títulos nobiliarios como el de Marqués de Tenerife, Duque de Rubí y Grandeza de España.

La estancia del hermano del muerto en la capital de España sirvió, entre otras cosas, para establecer infinidad de contactos que sirvieron para favorecer a muchos vecinos tanto de La Hoya como de sus alrededores, apuntan los investigadores. Insisten en que sus excelentes relaciones sociales sacaron de apuros a cuantas personas depositaron en él su confianza.

Sus restos mortales reposan en el cementerio de Totana.