No pudo ver un nuevo amanecer del 2 de mayo, amenazado hoy por esta pandemia que advierte al ser humano de un cambio en las maneras de amedrentar al planeta. Con Francisco Fernández, archivero municipal de Caravaca de la Cruz, se cierra una página importante de la historia reciente del municipio. Desde 1982 se encargó del archivo de la ciudad, abriéndolo a la sociedad que pudo disfrutar de uno de los archivos más extensos y destacados de la Región de Murcia. Un archivo que se encargó de mantenerlo al día incorporando todo el material que la gente iba donando, consiguiendo así tener una rica colección fotográfica de la Caravaca de antes de ayer.

Con sus innumerables artículos y la publicación de varios libros, dio a conocer la historia del municipio, indagando en fechas claves para el mismo.

Su pasión por los Caballos del Vino y el vasto conocimiento del festejo le llevó a comenzar la elaboración del expediente a Patrimonio de la Humanidad, que se presentó en Burgos ante el Consejo Nacional de Patrimonio Histórico. Aún recuerdo su cara de felicidad cuando al terminar la exposición todos los participantes respondieron con una cerrada ovación.

Un expediente donde quiso incidir en el papel que los jóvenes jugaban en el festejo de los Caballos del Vino, como fuente de continuidad en una costumbre popular que ha arraigado en el paso del tiempo gracias al paso de generación en generación. Entendía a la perfección que en los jóvenes estaba la perpetuidad del festejo, y por ello junto a un grupo de noveles caballistas comenzó la edición de la revista El caballista, que anualmente edita la peña Caballista; convertida hoy en uno de los momentos más esperados de la prefiesta caravaqueña.

Dirigió multitud de veces el libro de las Fiestas de Mayo, además de ser coordinador de la publicación del libro de carteles y pregones. En 2014 dirigió la musealización de la Casa Museo de los Caballos del Vino.

Con sus conferencias llevó el festejo a diferentes lugares de la geografía española, como Irún, cuando estuvo invitado por la Junta de Mando del alarde de San Marcial.

Otra de sus grandes pasiones era la tauromaquia y se dejaba ver en cualquier evento taurino que hubiera en la comarca. También fue el último presidente que tuvo la Peña Taurina de Caravaca en el ocaso de su historia.

Con Paco se va el amigo, el hombre bondadoso y servicial, siempre dispuesto a echarte una mano en lo que hiciera falta. Deja a Carmen, su esposa y fiel compañera. Han formado un tándem perfecto a la hora de trabajar y dar su impronta y pasión por las costumbres de este municipio. Tal es la unión que el año pasado la Comisión de Festejos decidía entregarles a los dos el galardón ‘Festero del año’.

No pudo ir a recogerlo porque la enfermedad le hacía estar ingresado, esa maldita enfermedad que nos lo arrebató en la madrugada del 24 de marzo. Y se fue como a él gustaba hacer las cosas, en silencio, perdiéndose en el humo de la última calada de aquel cigarro negro que había exhalado, pero siempre con la satisfacción del deber cumplido.