Caravaca de la Cruz calienta motores de cara a sus próximas fiestas en honor a la Vera Cruz. Este sábado, más de un millar de personas se congregaban en la pista de entrenamiento de los Caballos del Vino, y lo hacían para disfrutar de una jornada caballista en estado puro.

Casi una treintena de caballos participaban en la jornada de convivencia, que anualmente organiza la Peña Caballista Artesano. Una jornada dónde los jóvenes practican en una cuesta de iguales medidas y pendiente que a la que tendrán que enfrentarse en la mañana del 2 de mayo.

Aquí se comienzan a ver los frutos de un largo invierno de trabajo y entrenamientos, de que caballo y corredores comiencen a conocerse, para que en la mañana del 2 de mayo se fusionen en uno y consigan, en el menor tiempo posible, cruzar el arco de meta ubicado en la puerta de la Fortaleza de la Vera Cruz.

Es tan sólo una toma de contacto para poder ver como se desenvuelve el caballo: por delante siguen quedando casi dos meses donde las peñas trabajan de manera frenética, no solo en perfeccionar la carrera, sino también en alargar las noches para que puntada a puntada los bordados de seda y oro vayan cogiendo forma, para lucir como sólo en Caravaca de la Cruz lucen los Caballos del Vino enjaezados.

Prácticas con peligro

Históricamente, los jóvenes que participan en este festejo han practicado en diferentes cuestas y caminos que se encontraban próximos al núcleo urbano, con el consiguiente peligro que ello podría acarrear.

En el año 2015, el Consistorio decidió construir una cuesta de entrenamiento en el paraje de Cañada Lengua, próximo a la urbanización de la Nueva Caravaca, para que se pudieran realizar allí los entrenamientos. Aunque todos tienen claro que cuesta sólo hay una: la de la Basílica.

Y solo una fecha que valga: la mañana del 2 de mayo, cuando la Cruz bendice el vino que porta el caballo histórico y desde lo alto de la cuesta se escucha la ansiada frase: «puede comenzar la carrera de los Caballos del Vino, caballo en carrera».