­­A escasos metros del santuario, en torno al cual, se celebra este domingo la fiesta de la romería con la patrona de La Hoya, la Virgen de la Salud, se encuentra la primitiva ermita que da nombre al paraje y que durante varias décadas acogió el evento, por gentileza de la familia García- Martínez, dentro de la hermosa y cuidada finca de la que es propietaria María Jesús García.

Precisamente este día tan señalado y para dar testimonio de los lazos de amistad que le unen con muchos de los vecinos de La Hoya, abrirá de par en par las puertas del pequeño templo para que todo aquel que quiera, como viene ocurriendo desde hace tiempo, pueda entrar a rezar ante la imagen de la Virgen de la Salud, presente en el recuerdo de muchos vecinos y a la que tantas generaciones han venerado. Por gentileza de la anfitriona de la finca, este domingo se podrá visitar la capilla durante todo el día.

Quienes lo hagan les traerá asimismo a la memoria el recuerdo hacia José María García Periago que durante tantos años disfrutó del cariño y simpatía que siempre le han demostrado los vecinos de La Hoya por permitir durante tiempo que en el interior de su propiedad se pudiese celebrar la fiesta.

Quienes decidan adentrarse en la finca, si se trata de personas mayores, sobre todo, serán merecedores de una película llena de recuerdos de sus años mozos cuando la fiesta, como ahora, se circunscribía a pasar el día en el monte y acudir a la ermita para escuchar la misa, a la cuadrilla y sus cantos de pascua y al atardecer, participar en la procesión con la imagen hasta el lugar donde actualmente se encuentra el santuario para cantarle de nuevo y pedirle el agua que necesitan nuestros campos. La fiesta, como ahora, finalizaba con la subasta de la tortada. El camino de curvas que hay entre la entrada principal a la finca y la ermita, traerá a la memoria el olor a azahar que desprendían de forma especial, los naranjos y limoneros que aún existen en los alrededores del templo lo mismo que la balsa con agua que había frente a la puerta principal.

Otros recordarán sus viajes hasta las fuentes del Sol o de la Luna situadas a unos cuantos metros del lugar hasta donde solían ir, sobre todo los jóvenes, para hacer más provechoso el día de fiesta. Aunque los más jóvenes no hayan conocido esos tiempos, en el recuerdo de muchos aún persisten los buenos momentos vividos. Y todo ello hay que agradecerlo a María Jesús a la que en nombre de todos los vecinos de La Hoya, diremos un año más, ¡muchas gracias¡ y que el año que viene se puedan repetir estos buenos momentos.