La vida puede resultar un camino inescrutable. En ocasiones plagado de obstáculos, pero jalonado también con inmensas alegrías. A veces, desagradable y colmado de egoísmo y malas acciones contra el prójimo. Sin embargo, en otras sale a la luz lo mejor del ser humano, que potencia la confianza en nuestro futuro como sociedad. La muerte, siempre lamentable, de una persona, altruista y generosa, puede ser la salvación de otras. Esta es la historia del ciezano P.O.M.

El 19 de diciembre, este ciezano de 66 años, en aparente buen estado de salud, sufrió un repentino derrame cerebral. De forma inesperada, automática y radical. Nada hacía presagiar que esto sucedería. Se levantó aquella mañana y llevó a cabo su vida normal: fue a la actuación de navideña en el colegio de sus nietos, compró la Lotería de Navidad y, al llegar a casa, se desvaneció. Todo muy rápido. Una desgracia que, indefectiblemente, sufren muchas familias. Sin embargo, este suceso daría lugar a una historia que, a pesar de la desgracia para él y para su familia, albergaría la esperanza de seis personas, anónimas, que nada tenían que ver con su vida: los receptores de sus órganos.

A P.O.M., el domingo 22 de diciembre, después de tres días angustiosos en los que la familia conserva la esperanza, el equipo médico de la UCI del Hospital Virgen de la Arrixaca declara su "muerte cerebral irreversible", el día de la Lotería Nacional de Navidad. Y esa, en realidad, fue la que les tocó a los receptores de sus órganos. Los familiares son informados inmediatamente. Ellos deciden que hay que cumplir la voluntad de este ciezano. Deciden, consensuadamente, que se proceda a la donación de todos sus órganos. Ese día trágico para él y su familia, sería el más esperado y afortunado para seis personas. Así son los avatares de la vida.

Después de la repentina pérdida, no había tiempo que perder. Se inicia, rápidamente, el protocolo de trasplantes en el centro hospitalario de la capital murciana. Más de un centenar de personas, miembros de los servicios sanitarios, se dispusieron a pasar una noche de frenético y vital trabajo. Había que realizar siete trasplantes. Incluso fue necesario hacer uso del aeropuerto de Corvera: los pulmones irían con destino a Madrid, el resto de órganos vitales se quedarían en la Región de Murcia, incluidas también arterias y tendones, que serían conservadas para posibles nuevos trasplantes necesarios.

El compañero

P.O.M. siempre fue una persona valorada en la sociedad ciezana. "Amable, tolerante y generoso", así lo define su propio hijo, roto por el dolor, pero al mismo tiempo, reconfortado por la decisión que tomó su padre de ser un donante multiorgánico, y que ha permitido esta historia de esperanza.

Este ciezano formó, a lo largo de sus seis décadas y media de vida, una numerosa y unida familia, compuesta por ocho hijos de la que ellos mismos se sienten orgullosos de haber tenido semejante nexo de unión. Para él no eran solamente sus hijos. Eran sus compañeros. Así los llamaba, tanto a ellos como a sus nietos.

"Tu legado, no solo para los receptores, sino para toda la familia, es un ejemplo que hay que agradecer: Tus consejos, tus palabras, nos han dejado el amor más puro y sincero. Hiciste magia y nada fue imposible gracias a ti", leyó su hija, emotivamente, en el funeral. El dolor seguía presente, pero reconfortaba la acción.

El creyente

P.O.M. era creyente, "pero a su manera", resalta su hija. No era una persona que habitualmente acudiera a misa. Aunque siempre acompañaba a sus hijos a las clases de catequesis y, una vez allí, se quedaba a intercambiar puntos de vista sobre la vida y la fe con los presentes y con el párroco. Y esa faceta es la que destacó el sacerdote que ofició la homilía de su funeral, viejo conocido de dichos debates: "Había demostrado su fe con hechos. Los de una persona generosa que, incluso después de fallecer, había logrado ayudar a otras".

La de este ciezano había sido una forma peculiar de entender la vida en todos los aspectos, marcada por el altruismo, la creencia en Dios y en el fortalecimiento de su familia y amigos.

Una vida segada, repentinamente, que deja un imborrable recuerdo en sus seres queridos y conocidos, y que también lo dejará ahora en los receptores de sus órganos.

Encuentro con los familiares

En la ajetreada noche del domingo, cuando se sucedían las prisas por llevar a cabo el protocolo de actuaciones, los familiares de P.O.M. se encontraron con los de uno de los receptores. A pesar de las sensaciones difusas, el dolor se entremezcló con la alegría. Los familiares del ciezano aseguran que "se llegaron a sentir reconfortados dentro de la tristeza". Una sensación que días después, en los tramos más duros del día, les vuelve a tranquilizar. Entablaron conversación con los familiares del receptor. Y todavía la siguen manteniendo. Se han intercambiado, durante la semana posterior, llamadas entre ambas familias, preocupándose del estado del receptor, los unos; y del estado anímico de la familia del fallecido, los otros. Han creado un nexo unión.

La vida de este ciezano fue como él la quiso vivir, a su manera: sencilla, altruista y generosa. No quería ser víctima de una larga enfermedad y así fue: un derrame cerebral fulminante. Quiso compartirlo todo con la gente en vida, y también lo hizo después de la muerte. Y regaló vida, en las vísperas de Navidad, a otras personas. Su propia vida.