El Instituto J. Ibáñez Martín de Lorca, uno de los más veteranos de la Región, ya tiene su propio libro donde se narra la historia del centro docente en el que han recibido enseñanza miles de alumnos y alumnas, no solo de la Ciudad del Sol, sino de otros puntos de Murcia y Almería, sobre todo a lo largo de los últimos 91 años. Ha sido posible, gracias a la gestión y buen hacer del profesor José Quiñonero Hernández, quien tras varios años de investigación ha sido capaz de recopilar la historia del centro educativo y cultural insignia de la comarca del Guadalentín. En el acto de presentación del libro, patrocinado por el instituto y que tuvo lugar ayer en el Salón de actos del Centro, intervinieron el director del Instituto, Antonio Ortega; Javier Pérez Rojas, presidente del Centro de Estudios sobre Lorca; y Pedro Felipe Sánchez Granados, muchos años director del centro.

P ¿Cómo surge la idea de la publicación de Memoria del primer Instituto de Lorca, 1928-2019?

R Hace unos dos años, el director del instituto me planteó que algo habría que hacer para conmemorar los aniversarios que se avecinaban, el 90º desde la creación del instituto en 1928, y el 75º de la inauguración del edificio en 1944. Yo le respondí que sería muy conveniente recuperar o refrescar la memoria acerca de la institución, y le propuse todo un plan de recopilación de documentos e imágenes, y de testimonios orales y escritos de los protagonistas de su historia, para paliar los desastres que la desidia administrativa y de las catástrofes naturales habían provocado. Luego, el material recogido, daría lugar a una serie de artículos sobre los sucesos y protagonistas de su larga historia, que finalmente se recopilarían en un libro.

P ¿Qué ha querido reflejar su autor con este trabajo?

R Hemos querido recoger la memoria ‘histórica’ y sobre todo sentimental de un centro que ha sido la piedra angular de la educación y la cultura en Lorca y en su extensa periferia.

P ¿Cuál es, a grandes rasgos, el contenido del libro?

R Consta de dos partes. En primer lugar, una colección de cuarenta y cinco artículos, que recogen con nostalgia, con cariño, y también con humor, los grandes sucesos y la pequeña historia ocurridos en un lugar que ha sido la casa y la patria del autor durante muchos años. Con sus artículos han colaborado también otros amigos: Mercedes Martínez, Antonio Mula, Romualdo Mateos, Julio Pérez-Muelas, Obdulia Guirao y Ana Belén Ruiz. Una segunda parte recopila los documentos y testimonios periodísticos, administrativos o personales que dan cuenta de la historia del centro y de las vidas de sus protagonistas.

P Se trata de un instituto, el primero que tuvo Lorca, con mucha importancia, no solo para esta comarca, sino también para la de Los Vélez en Almería, así como también de zonas de Granada, ¿es así?

R El profesor García-Borrón calificaba al Instituto de Lorca como una «pequeña universidad provincial», y se quedaba corto, porque su influencia se extendía por la provincia de Almería y el norte de Granada, de donde acudían numerosos alumnos libres a dar cuenta de su preparación en academias o con profesores particulares.

P ¿Cuántas generaciones de lorquinos habrán pasado por este centro? Supongo que recordará los nombres de algunos de los profesores y alumnos de reconocido prestigio que han pasado por sus aulas...

R Hablemos más bien de promociones, exactamente 91, desde tiempos de la República -Pedro Hernández, Lucas Guirao, Francisco Ros, Luisa García Mulero, ilustran la de 1935; Ramón Arcas, Gil Olcina, Antonia Aránega o José Antonio Gallego, entre otros, la del 59, por poner solo dos ejemplos-. Pero no olvidemos las generaciones de profesores que enriquecieron con su buen hacer a tantos alumnos: José Pascual, Manolita Pérez, Félix Santamaría, durante la República; Alfredo Milego, Alfonso García, Juan Carlos García-Borrón o Virgilio Bejarano en las décadas posteriores a la guerra. Y un brillantísimo magisterio femenino, salido en su mayoría de las propias aulas, que educó y orientó para la vida a tantísimos alumnos: Luisa García Mulero, Ángeles Pascual, Carmen Rey o Amparo Gaya, y más tarde Ana Caicedo, Rosalía Sala, María Agustina, María Girado o María Luisa Munuera.

P ¿Fue siempre un instituto mixto o vivió también la diferencia de sexos?

R Fue siempre mixto, hasta 1972, en que se produjo el desdoblamiento en masculino (el futuro Ros Giner), y el femenino, que conservó el nombre primitivo; situación que se prolongó hasta finales de la década. Aunque con las consabidas restricciones (escaleras y patios de recreo separados), existió una buena convivencia entre ambos sexos, sobre todo en los cursos superiores, que eran mixtos.

P ¿Qué nos puede decir de quienes tuvieron la idea de ponerlo en marcha?

R El instituto fue una aspiración durante mucho tiempo frustrada, hasta que en 1928 se consiguió un instituto local, que sólo impartía Bachiller Elemental, pero que en 1933 se convirtió en Nacional. Más que a las autoridades que lo pusieron en marcha, conviene recordar a la pléyade de profesores que lo mantuvieron y lo prestigiaron con su gestión directiva o con su dedicación a las aulas: don José Pascual, que perduró como director más de 20 años, hasta cumplidos los ochenta, y sus herederos en la junta directiva Francisco Ros, Ildefonso García y Juan Carlos García-Borrón, que supieron crear un ambiente de confianza y colaboración entre oriundos y foráneos, inconformistas e integrados en el Régimen, en los tiempos difíciles de las posguerra.

P ¿Cómo se va a distribuir el libro?

R En las librerías de Lorca, quizá en las de Águilas, y en González Palencia, de Murcia. Y yo deseo a los que se acerquen a él que lo disfruten como yo he gozando escribiendo sobre personajes y hechos memorables que en buen parte no conocía.