Niños portando ramos de rosas blancas abrían el cortejo fúnebre para despedir al pequeño Cristian, presuntamente asesinado a manos de su padre en Beniel. Tras ellos, el ataúd del niño, portado por cuatro hombres. Y sus más allegados. Dos psicólogos escoltaban el féretro del menor. En la puerta de la Iglesia de San Bartolomé, silencio absoluto y lágrimas.

Se dejaban ver el secretario general del PSOE en la Región, Diego Conesa, y la alcaldesa de Beniel, María del Carmen Morales, que quisieron acompañar a la familia de Cristian en este duro momento.

En la puerta, el sacerdote habló de lo duro que es despedir al menor, en "el inicio de una vida que apenas había comenzado", aunque apelaba a "la fe cristiana", para intentar sobrellevar lo sucedido.

Así, el cura auguraba que a Cristian le espera "un vida nueva. La vida sin fin del reino de Dios".

Vecinos abarrotaban el templo. En el centro, el ataúd del pequeño, sobre el cual había una fotografía suya. "Concede, Señor, la felicidad de la vida eterna al niño Cristian", decía el párroco.

"Del padre no ha querido ni la madre hacerse responsable del cuerpo ni de nada", comentaba una vecina en la puerta de la iglesia.

Se refiere a David S. O., el presunto parricida, que llevaba dos años separado de Laura, la madre de Cristian. Una separación que acabó en los tribunales: el sujeto contaba con una condena por violencia de género, por coacciones, y apenas hace un mes había vuelto a los juzgados porque incumplió lo que tenía prohibido: acercarse a su expareja.

En cuanto a los hijos que tenían en común Laura y Cristian, nunca se había llevado el asunto de la guarda y custodia a los tribunales. El hombre continuaba viendo a los menores. Y fue precisamente la madre la que dio la voz de alarma: su ex no le había devuelto a su hijo pequeño el jueves a la hora que tendría que haberlo hecho. Cuando los agentes se personaron en la casa del sujeto en cuestión, y después de llamar a un cerrajero para que abriese la puerta, descubrieron los cuerpos sin vida del adulto y del menor.