El juez tiene en cuenta dos circunstancias atenuantes a la hora de dictar la pena: la primera, que el sujeto ha confesado. Admite los hechos de los que se le acusan, reconoce haber pasado cerca de un año abusando de la hija de su novia. La segunda, la denominada reparación del daño, esto es: le ha entregado 34.1000 euros a su víctima, por los daños morales.

La Audiencia Provincial de Murcia ha condenado a un individuo a pasar tres años en la cárcel y cuatro años más en libertad vigilada por abusar sexualmente de una menor de edad que, en el momento en que comenzó a sufrir estos delitos, tenía tan solo 12 años. El sujeto era el compañero sentimental de su madre.

Los abusos tenían lugar en el domicilio de la niña, en Alcantarilla, cuando la progenitora de esta tenía que ausentarse porque se iba a trabajar. Entonces el hombre se aprovechaba de lapequeña «persuadiéndola con regalos para que ella le masturbara». El individuo, además, amenazaba a la niña: le decía que, si contaba a su madre algo de lo que estaba pasando, habría horribles consecuencias «para todos».

El juez tiene claro que el adulto «de forma reiterada, se mostró ante la niña con el pene en erección para que ella lo manipulara hasta alcanzar la eyaculación». Asimismo, la instaba a que le hiciese una felación. Estos hechos, que tienen sentencia ahora, ocurrieron hace más de cinco años.

La víctima de este espinoso asunto se encuentra, desde noviembre del año 2014, en tratamiento tanto psicológico como psiquiátrico a consecuencia de los abusos a los que fue sometida, apostilla el juez en el relato de hechos probados del caso.

En concreto, la adolescente presenta distintos trastornos «relacionados con el proceso de abusos sufridos», apunta la Sala. Uno de ellos es la tricotilomanía. Se trata de un trastorno que lleva a quien lo padece a arrancarse el propio cabello o los vellos de distintas zonas del cuerpo. Puede definirse como un trastorno de la conducta que puede llegar a manifestarse en un arrancamiento compulsivo del pelo, explican los expertos.

No solo eso: la víctima también se autolesiona y tiene ideas suicidas desde entonces. Asimismo, el juez pone el acento en su déficit de aprendizaje escolar.

En la sentencia se han tenido en cuenta los informes elaborados por los profesionales de Proyecto Luz, de la Comunidad Autónoma de la Región. Son «pruebas que corroboran» los hechos, que se unen a la confesión emitida por el individuo.

El condenado no puede acercarse a menos de 300 metros de la joven. Tampoco puede aproximarse a su domicilio ni comunicarse con ella por ningún medio. Así ha de estar durante seis años.