Días después del suceso y de entregarse el sospechoso, la titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Totana, en funciones de guardia, decretaba el ingreso en prisión provisional sin fianza de Daniel G. F., el autor confeso del apuñalamiento de Año Nuevo. Se investiga un delito de tentativa de homicidio. Pero Daniel no sería el único responsable de lo sucedido.

Es lo que asegura la víctima del apuñalamiento, Carlos Rodrigo M. V., un joven de 18 años que, tras permanecer grave en la UCI del Virgen de la Arrixaca, donde llegó a temerse por su vida, era dado de alta y este miércoles, día 23, acudía a prestar declaración al juzgado, en compañía de su abogado defensor, el penalista murciano Raúl Pardo-Geijo.

Este extremo de los dos atacantes ya lo adelantaba Raquel, la madre de la víctima, a los periodistas, el día que Daniel entró en prisión. Según comentó entonces la mujer, su hijo, desde la cama del hospital, le indicaba con los dedos que habían sido dos las personas que le agredieron aquella madrugada de Año Nuevo.

En su declaración de ayer, Carlos Rodrigo contó que, el día de la agresión, él se limitó a gritar y gritar. Y que no se defendió porque se encontraba en estado de shock.

Y dijo que todo empezó por unos cubitos de hielo. Porque él estaba haciendo botelleo en el parque de La Milagrosa con sus amigos y, en un banco de al lado, el grupo de Daniel. Daniel y sus colegas les pidieron hielo, pero ellos contestaron que no se lo daban porque les quedaba poco. Y ahí empezó la pelea.

Según la víctima, Daniel se acercó a su banco y dijo que iba a coger todos los cubitos que quisiera. Carlos le respondió que tendría que pagarlos y entonces, prosigue el chico, su agresor la emprendió a golpes contra él: le dio un puñetazo en la mandíbula y otro en la nariz, le tiró al suelo y le pegó un montón de patadas, asevera. Apunta que entonces, por casualidad, vio que tenía a su alcance una botella de alcohol de las que habían llevado para beber en el jardín y con ella logró golpear a Daniel, en la cara, para zafarse de él. Para "sobrevivir", declaró.

Luego, continúa Carlos, pese a que estaba asustado, se fue con sus amigos a un bar del pueblo. Una de las veces que salieron a fumar a la puerta, vio que llegaba Daniel, borracho, con otras personas. Y que entonces se abalanzó sobre él, arma en mano.

Carlos Rodrigo señala que entonces echó a correr, aunque su agresor pudo alcanzarlo. Mientras lo apuñalaba en un portal, asegura, sintió otra mano que lo sujetaba: la de un chico al que conoce de vista, del que sabe que se llama Lenin. Lenin, según la víctima, lo mantuvo sujeto contra una pared mientras Daniel lo apuñalaba.

En su declaración ante la jueza, a principios de enero, Daniel G. F. intentó alegar al principio que actuó en defensa propia, ya que, según manifestó entonces, Carlos Rodrigo le habría atacado primero, empleando una botella de cristal.

Insistió en que, tras recibir el botellazo en la cabeza, fue a su casa a cambiarse y entonces cogió el cuchillo. Al igual que ya habían contado a la Policía Judicial los amigos de la víctima, el agresor confeso admitió que se dedicó a buscarle por el pueblo, hasta que lo encontró en un bar. Comenzó otra trifulca. Sacó el arma blanca y le acuchilló, señaló.

Luego especificó que no lo había hecho a propósito. A preguntas del abogado de la acusación particular, el citado Raúl Pardo-Geijo, Daniel G. F. argumentó que su mala relación con Carlos Rodrigo venía de atrás: de hecho, contó que atacó al chico con el cuchillo porque, según él, le había robado. Pero no aquella noche: cinco meses antes.