«Vamos a esclarecer los hechos y ya está», decía Julio García el padre de familia, quien la noche de autos en la que fueron asesinados su esposa y su hijo pequeño se encontraba fuera de la casa, al cuidado de un familiar. La vivienda de la calle Asturias de Las Torres de Cotillas que fue escenario del crimen de Martes Santo permanece ahora vacía y casi sin muebles. De dos de las ventanas cuelgan carteles de 'se vende'.

El padre era el encargado de abrir ayer la puerta a los profesionales del Instituto Criminalístico Forense que se desplazaban al domicilio para reconstruir, en tres dimensiones, qué pasó aquel fatídico día. Del doble asesinato (el de Antonia, la madre, de 56 años, y Miguel Ángel, el pequeño de la familia, de 23) hay únicamente un sospechoso: Iván G. P., el hijo mayor, un joven que se encuentra en prisión provisional desde que, horas después del hallazgo de los cuerpos, era detenido por la Guardia Civil y puesto a disposición en los juzgados de Molina de Segura. Él sostiene que no ha sido. Su padre cree en su inocencia.

«Han matado a mi madre y han matado a mi hermano por dinero. Esa es mi conclusión. Pero no puedo demostrarlo, de momento», comentaba, fumando un cigarro detrás de otro, Julio a su abogado en la puerta de la vivienda, alejado de los forenses. Es lo que le ha contado su hijo Iván.

Escéptico con la reconstrucción, el hombre, apoyado en su bastón, apuntaba en voz alta que «esto (en referencia a la reconstrucción del crimen) nos diría si una persona entró o salió, pero no nos dice qué persona es».

Tal y como explicaban los profesionales movilizados, a petición de la acusación particular, que lleva el abogado José Ángel Alfonso (representa a la hermana de la mujer asesinada y al hijo del joven Miguel Ángel), lo que hicieron fue una reconstrucción en 3D de lo que pasó. También tomaron muestras. Como el Instituto cuenta con un laboratorio propio, esperan obtener en breve los resultados. «Son prácticamente inmediatos», señalan.

Así, expertos del Instituto y profesionales de apoyo se hacían cargo de la reconstrucción, al más puro estilo CSI.

También se desplazaron al lugar dos agentes de la Benemérita en un vehículo.

Los profesionales trabajan «a través del estudio de la sangre, que nunca desaparece», apuntaba el letrado de la acusación particular, mientras los expertos trabajaban en la vivienda. Así, la sangre « siempre perdura, por mucho que la friegues, la laves, siempre está ahí». Además, «la sangre, según la forma que esté, te dice cómo se produjo el crimen», señalaba José Ángel Alfonso.

«Han escaneado la casa y a través de las gotas van a reproducir el crimen», insistía el abogado, a lo que añadía que los profesionales podrán llegar a saber «quién falleció primero y quién después», así como «los movimientos del asesino». Mientras Alfonso iba explicando en qué consistía la reconstrucción, el perito judicial Francisco José Luna, enfundado en un mono blanco desechable, fotografiaba unos restos de sangre seca que aún se podían ver, pese a los meses que han pasado, en la entrada de la vivienda.

«Son tres gotas de sangre por gravitación en la entrada», apuntaba el abogado, tras consultar al experto. Se trata de pruebas que estaban ya reseñadas por la Benemérita, que inspeccionó en su momento la casa y ya hizo su informe. Después, con la casa ya desprecintada, «no las borraron», señalaba Alfonso.

El interior de la vivienda, eso sí, se limpió en su momento a fondo. Ya no está el sofá en el que fue hallado uno de los cadáveres.

Los expertos del Instituto Criminalístico Forense, aunque están instalados en la Región, trabajan en toda España, y tienen previsto desplazarse en breve a Huelva, en concreto a casa de Bernardo Montoya, para reconstruir el crimen de Laura Luelmo.

Los investigadores del Instituto Armado encontraron, en su momento, indicios de sobra que implicaban a Iván G. P. en la muerte de su madre y su hermano. Indicios que convencieron en el Juzgado de Guardia, desde donde el joven pasó a la cárcel. Ahí sigue, a la espera de juicio.

«Hemos solicitado el volcado de los teléfonos móviles», aseveraba ayer el abogado de la acusación particular. El fin: saber dónde estaba el sospechoso, y dónde las víctimas, aquella noche. «Y las necropsias. Y más que vamos a solicitar», destacaba Alfonso.

Cerca, dentro de la casa, los forenses pretendían «analizar el desagüe», ya que «la sangre no desaparece, se queda ahí», manifestaba el letrado.