El sentimiento lorquino es algo que solo se puede entender en su profundidad cuando has vivido en las calles de esta ciudad y eso te permite entender por qué entre el azul y el blanco va algo más que una gama de color. La puesta en valor de este sentimiento tiene matices más especiales y se enriquece cuando además no vives en Lorca, y en cambio paseas por el mundo presumiendo de lorquino.

Nací en Lorca en los setenta del pasado siglo, y marché de Lorca en la misma década, pero allí quedó la raíz de lo que marcaría el resto de mi vida. Primero, unos abuelos, unos tíos y unos primos que me dieron una infancia rica en sentimientos que se desarrolló entre La Pulgara y las Casas Baratas. En los siguientes años de mi juventud, veranos, navidades y, cómo no, Semana Santa, marcaban mi agenda de regreso a la Ciudad del Sol. Fue tras una visita de Semana Santa cuando conocí a la lorquina que decidió que mi anclaje a esa ciudad fuera definitivo, incorporando Purias como parte de ese triángulo mágico que compone mi relación con Lorca.

De esta manera a los Reverte y los Angulo, se incorporaron los Molineros y los Barnés, y por extensión todas las personas de sus círculos íntimos, que pasaron a serlo del mío. Personas que me abrieron sus casas y sus vidas, lo que me permitió no solo ser de Lorca, sino estar en Lorca.

Durante esos años de ida y vuelta entre Alicante y Lorca pude vivir desde la distancia, pero con el contacto continuo, la evolución e involución de la ciudad. Creo sinceramente que el terremoto del 11 de septiembre de 2011 fue un duro golpe que sacó a la luz muchas carencias, aunque también la capacidad de resiliencia de sus habitantes. Como cada lorquino, todos sabemos qué hacíamos ese día y yo tuve la suerte de no estar allí. Recuerdo que tenía un comité de dirección de este grupo editorial en Barcelona. Como era costumbre, los móviles tenían que estar apagados y yo, que soy bien mandado, así lo hice con el mío. A las 20h cogí el taxi camino el aeropuerto de El Prat, enchufé el móvil y de repente vi cientos de mensajes, de la familia, de los amigos. Según llegué a la sala de Iberia me puse delante de la tele y no podía dar crédito de lo que estaba viendo. Nunca se me olvidará ver caer la torre de la Parroquia de San Diego, donde me bauticé. Me quedé tan impactado que cuando pude recordar por qué estaba en esa sala ya habían despegado todos los aviones, había perdido el mío y no podía regresar, así que tuve que hacer noche en Barcelona.

Hace ahora tres años el destino me puso delante uno de esos sueños que uno visualizaba hace tiempo y quiso que me nombraran gerente de LA OPINIÓN. Un verdadero honor para mí como lorquino ser uno de los máximos responsables de unos de los dos medios impresos de comunicación de la ciudad y de la Región de Murcia. Esto me permitió 'volver' a Lorca. Ahora tendría la oportunidad de profundizar profesionalmente en la relación con sus instituciones, sus empresas y sus agentes sociales. Y ahí descubrí grandes profesionales de esta casa vinculados con mi cuidad: Ángel Montiel, Paco Gómez, Cayetano Montiel. Profesionales como la copa de un pino. Los que me conocen saben de mi empeño y esfuerzo por introducir con más fuerza la marca en la ciudad. Una apuesta clara y decidida que no voy a desarrollar en estas líneas, pero en la que hemos puesto muchos recursos y proyectos inmediatos. Y honestamente creo que estamos avanzado mucho.

El reconocimiento del Pleno del ayuntamiento de Lorca en modo de premio a LA OPINIÓN, promovido por su alcalde, Fulgencio Gil, gran profesional y mejor persona, es el ejemplo de que esa relación se está fortaleciendo. Por parte de LA OPINIÓN la apuesta por Lorca es clara y decidida, y como medio de comunicación nuestro compromiso consiste en sumar fuerzas para ayudar a la dinamización de la ciudad, en soporte papel y digital, soporte este último en el que cada vez somos más fuertes, o en la organización de eventos, o en la manera que los tiempos quieran, nos adaptaremos para estar más intensamente con Lorca e informar e informar sobre ella mejor y con mayor amplitud, para los lorquinos, para los murcianos y para el resto de personas como yo, que viviendo o no en Lorca tanto nos interesa lo que en ella ocurre.

Lorca necesita del trabajo de todos para volver a ser la ciudad dinámica e influyente que siempre ha sido y de la que a todos nos gusta presumir cuando viajamos por España y por el mundo.