El esparto fue el sustento para miles de ciezanos hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX. Tan es así, que en el municipio llegó a haber cincuenta fábricas que trabajaban con este vegetal que crece de manera silvestre en extensas zonas del término municipal. La celebración de un acto en torno al esparto que excediera de las fronteras locales no podía esperar más y el Club Atalaya y el Museo del Esparto han dado sede al grupo de voluntarios pertenecientes a la Mesa Nacional para el Estudio y la Divulgación de la Cultura del Esparto que se constituyó durante el primer encuentro para celebrar el 'III Encuentro Nacional sobre la Cultura del Esparto' que se desarrolla hasta el domingo.

Tutelado por Antonio Balsalobre, profesor ya jubilado pero gran estudioso de la historia local y, en particular, sobre lo que supuso para Cieza la industrialización espartera, el encuentro incluye ponencias y comunicaciones, exposiciones y hasta demostraciones de arranque, 'rastrillao' e 'hilao', visitando parajes de la Sierra de la Cabeza y el Picarcho. También podrán verse productos elaborados con papel de esparto y proyecciones de documentales sobre los usos de esta fibra.

La cultura del esparto se ha extendido mucho en aquellos lugares donde esta materia prima constituyó un potencial económico. En la actualidad, no pasa de ser un elemento decorativo, pero Balsalobre cree que el esparto tiene futuro y explica que su plantación en lugares sensibles ayuda a frenar el avance del desierto. Además, considera que la progresiva eliminación del plástico puede dar oportunidad a que la industria espartera pueda recobrar vida fabricando envases o balsas de este material ecológico.