El Cañón de los Almadenes es un auténtico vergel, un paraíso en el que el río Segura se convierte en un torrente de aguas bravas con exuberantes bosques ribereños y especies autóctonas. Se conoce que, hace más de 30.000 años, esta garganta natural era ya idílica para sus primeros habitantes, y así lo confirman los hallazgos que están obteniendo los investigadores de la tercera fase de excavaciones en la Cueva del Arco que está a punto de concluir. Aunque las conclusiones serán plasmadas próximamente en una conferencia que ofrecerán los directores del proyecto, Ignacio Martín Lerma y Dídac Román, de las universidades de Murcia y Valencia respectivamente, esta nueva fase de excavaciones está aportando importantes novedades.

El fin de semana los profesores arqueólogos se lo contaban a casi un centenar de visitantes que, junto al alcalde de Cieza, Pascual Lucas, protagonizaron una visita a esta cavidad. «En primer lugar, se confirma la importancia de las ocupaciones del Paleolítico medio (Neandertales) con el hallazgo de nuevas piezas de una excelente calidad. En segundo lugar, y como algo inusual, se ha hallado una concentración de puntas de proyectil de época Gravetiense, de unos 30.000 años de antigüedad, muchas de ellas con indicios de haber sido usadas para la caza de animales», explica Dídac Román. Por su parte, Martín Lerma destaca el hallazgo de diversos elementos de adorno, también pertenecientes al Gravetiense. «Se trata de la primera vez que se recuperan conchas perforadas en el yacimiento, lo que permitirá una mejor comparación con otros conjuntos de la península ibérica, y añade un destacable valor simbólico a las ocupaciones de la cavidad». Además, confirma el hallazgo de colgantes hechos con caracolas de mar agujereadas y raederas. Esta tercera fase de excavaciones en la Cueva del Arco de Cieza se inició a principios de este mes de septiembre con la incorporación de investigadores de Italia, Brasil y Francia.

Durante las dos fases anteriores, los trabajos consistieron en la realización de un sondeo para comprobar los diferentes periodos en los que la cavidad estuvo habitada y se descubrió la existencia de diversas ocupaciones del Paleolítico y otra del inicio del Neolítico. La segunda, en 2017 y la con la colaboración del profesor Lomba Maurandi, se centró en la excavación de los niveles neolíticos de otra cavidad de este mismo conjunto. Este año, lo que se ha ido más allá, excavando sobre lo que ya había quedado al descubierto.

«Hemos explorado por primera vez la cavidad que hay debajo de la ya descubierta y hemos comprobado que los restos arqueológicos están mejor conservados. El año pasado se excavó la antesala y comprobamos un grado de preservación aceptable», explica Martín Lerma, que destaca que la importancia de la Cueva del Arco «es indudable, ya que los hallazgos están ayudando a incrementar los escasos datos que hasta ahora se conocen sobre el Paleolítico en el Sureste peninsular».