Estos días de mayo, Abanilla disfruta de sus fiestas patronales, que se celebran en honor a la Santísima Cruz, patrona de la localidad, e incluyen desfiles de Moros y Cristianos. Cada 3 de mayo, por tradición, miles de vecinos y visitantes se echan a la calle para vivir una romería a Mahoya en la que suenan, en un estruendo festivo, cientos de arcabuceros. Personajes característicos que llaman la atención en el festejo son los pajes. Dos niños, siempre varones, de entre 5 y 7 años, que cada año aparecen ataviados con falda, corpiño y joyas, además de con pelucas femeninas.
La tradición se remonta «a 1500 y pico», relata el alcalde de Abanilla, Ezequiel Alonso. «Son niños, y no niñas, porque en aquella época la Iglesia, en el auto sacramental, sólo permitía el género masculino. No permitía a las mujeres actuar».
El regidor apuntó que los pequeños «parecen niñas» por su atuendo, y destaca que es un traje tan complicado de poner que se tarda «entre dos horas y media o tres en poner el traje». De hecho, Alonso señala que a los pequeños «se les levanta a las tres y media de la madrugada» para comenzar a vestirlos. Y es que a las siete y media de la mañana, añade, los pajes tienen que estar ya en la iglesia.
La tarea de vestirlos es laboriosa porque «hay que empezar a ponerles joya a joya» y «lleva muchísimo trabajo». El paje permanece vestido hasta que a las ocho y media de la tarde concluye el festejo. «Si el niño tiene que hacer pipí, debajo del corpiño lleva una cremallera que se abre para que pueda hacerlo en una botella», detalla.
Muchos de los menores son elegidos para ser pajes «por promesas», comenta el alcalde. «Por ejemplo, si uno ha estado enfermo y se ha recuperado, la madre ofrece que sea paje», precisa.
Los menores participan en las fiestas este año los días 2, 3, 4 y domingo 6 de mayo. «Aguantan y no te explicas cómo», dice el primer edil.
Volviendo a los trajes, «se van dejando de familia en familia. Hay gente que los hace y se los da a la Hermandad de la Santa Cruz», que luego se los cede a cada menor.
