Sobre las oche y media los cielos amenazaban con suspender la primera procesión de Lorca, pero no lo consiguieron: la lluvia descargó sobre la Ciudad del Sol durante unos 45 minutos e incluso obligó a que la Virgen de los Dolores tuviera que refugiarse bajo una carpa instalada en el lateral de la iglesia de San Mateo. Pero finalmente las nubes se marcharon y el cortejo reanudó su paso. Varios miles de personas presenciaron ayer, Viernes de Dolores, la procesión presidida por el Paso Azul. La titular de la cofradía, la Virgen de los Dolores, fue llevada en su trono de plata y escoltada por 17 miembros del Escuadrón de Caballería de la Guardia Civil que tiene su sede en Valdemoro (Madrid), algo que vienen haciendo desde el año 1999.

Los actos en honor a la titular empezaron por la mañana con un repique de campanas y una misa solemne en la iglesia de San Francisco a la que asistieron las autoridades, entre ellas, el alcalde, Fulgencio Gil, miembros de la corporación y consejera de Educación, Adela Martínez Cachá.

Por la tarde dio comienzo la procesión en la puerta de la iglesia para continuar después por Cuesta de San Francisco, Príncipe Alfonso, Lope Gisbert, Floridablanca, Juan carlos I, Óvalo de Santa Paula y Príncipe Alfonso, de nuevo, para finalizar en la Cuesta de San Francisco. En la procesión de ayer participaron alrededor de 300 mujeres ataviadas con la clásica mantilla española, acompañando a la Virgen de los Dolores. Uno de los momentos más emotivos de la procesión fue la salida desde su sede religiosa. La imagen lucía, lo mismo que hará el próximo Viernes Santo, su manto azul, obra del bordado lorquino dirigido por Francisco Cayuela en el año 1904. El trono en andas, obra del maestro orfebre de la escuela sevillana, José Borrero, lo llevaban alrededor de un centenar de portapasos. La imagen de la Virgen de los Dolores hizo su recorrido bajo una lluvia de pétalos que caían desde todos los balcones por donde pasaba acompañados de los correspondientes vítores.

La procesión azul fue completamente religiosa, realizada en honor a la Madre de los Azules. Procesionaron los seis bordados declarados Bien de Interés Cultural y destacaron el estandarte guión, el Reflejo, San Juan, María Magdalena y el Ángel Velado. Los caballos fueron también protagonistas. Las tribunas, instaladas en la Avenida Juan Carlos I, recién remodelada, estaban repletas de público con sus pañuelos blancos y azules. Cada una de estas personas tuvo que pagar 5 euros por asiento. El Paso Blanco procesionó con la entrada triunfal de Constantino y el Grupo Romano y su estandarte con la reproducción de la Virgen del Rosario.