Las fraguas, entendiéndose como tales el lugar donde en otros tiempos se herraban los caballos, yeguas, mulas y asnos, también llegaron a formar parte de la vida cotidiana de la pedanía lorquina de La Hoya. No obstante, el nombre de fragua sigue unido todavía al manejo del hierro a través del fuego y todos los derivados de éste.

En La Hoya hubo varias que más tarde, con el paso del tiempo, se fueron convirtiendo en cerrajerías metálicas o lugar para la elaboración de aperos agrícolas. Con base en la primitiva fragua solamente queda el nombre de uno de ellos caminos, situado frente a la antigua gasolinera que había en el centro de la población, conocido popularmente como 'Camino de la Fragua'.

La familia Pividal fue quien trajo a La Hoya tal oficio. Aunque dicen que el apellido procede de Galicia, lo cierto es que hasta dicha pedanía la mencionada familia llegó procedente de La Unión hace más de un siglo. Fueron los hermanos Vicente, José, Francisco, Pedro, Antonio, Carmen y Juan Pividal Ruiz. La primera fragua se ubicó en el paraje conocido como Casa del Clérigo y al frente de la misma estaba Vicente Pividal. Junto a la Venta del Recovero se instaló otra regentada por Antonio, mientras que próximo a la Carretera Nacional 340, cerca de lo que hoy es el barrio de Vista Alegre, se situó Francisco que tuvo tres hijos: Juan, José y Francisco Pividal Carrasco, quienes se convirtieron en los continuadores del negocio familiar. El herraje de las bestias, tal y como se efectuaba antes, es algo que desapareció hace casi medio siglo. En las fraguas se construían igualmente arados y carros. Un carro costaba alrededor de 8.000 pesetas mientras que el precio por colocar una herradura era de 8 pesetas. La desaparición del fuelle para avivar el fuego trajo consigo las cerrajerías, los trabajos de forja y las nuevas instalaciones para la reparación de maquinaria y aperos agrícolas.

Juan Pividal Carrasco tuvo dos hijos: Francisco y Pedro Pividal Costa, que han sido los encargados de llevar adelante el negocio familiar con sendas instalaciones, uno de ellos en el polígono industrial y otro en el Camino de la Fragua, precisamente.

Por su parte, Antonio Pividal Ruiz tuvo varios hijos que también se dedicaron a la misma actividad, uno de los cuales, Juan Pividal Abellaneda, ha ejercido la profesión hasta hace unos años junto a la Venta del Recovero, donde sus hijos siguen al frente del negocio, mientras que los hijos de Pedro Pividal Ruiz, Juan y Francisco Pividal Pérez, se dedicaron, entre otras cosas, a la construcción de pozos para extraer agua.

Justo en el límite de la pedanía de La Hoya, con la de Tercia, en las inmediaciones de la Venta del Pintao, existió otra fragua que con el tiempo se convirtió en el primer club de alterne que hubo en la pedanía de La Hoya.

El 'negocio de las luces de carretera' en la citada fragua dejó de funcionar allá por el año 1965 pasando entonces a las inmediaciones de la estaPero las fraguas, a lo largo de varias décadas, han formado parte de la estampa de esta tierra que muchos recordamos todavía por ese olor especial a hierro fundido que desprendían este tipo de instalaciones cuando estaban en plena actividad.