Hace 50 años, unos cuantos ciezanos pertenecientes al grupo GECA de la Organización Juvenil Española -OJE- fueron los primeros en introducirse en la Cueva del Puerto, en Calasparra. Fue en 1966 cuando estos jóvenes espeleólogos decidieron explorar la cavidad tras las noticias procedentes de Miguel García, pastor de la zona que aseguraba de su existencia. Fue entonces cuando el calasparreño Gabriel Álvarez, aficionado al senderismo y a la espeleología, se puso en contacto con el GECA de Cieza, iniciándose así las primeras exploraciones.

La Federación de Espeleología de la Región de Murcia rindió ayer un merecido homenaje en la propia cueva a aquellos primeros aventureros, entregando un recuerdo a Diego García, Pepe Hurtado, Joaquín Gómez, Eduardo López Pascual, Francisco Sánchez, Ramón Cutanda, José Antonio López, Diego Peñapareja, Manolo Dato, Paco Santos, Juan Luis Sandoval, Paco Cano, Pascual Yuste, Joaquín Parra, Jesús Lucas, Salvador Susarte, Felix Cesareo Gómez, Pascual Lucas y Juan Salmerón. Todos formaron aquella primera expedición contribuyendo a que hoy la Cueva del Puerto sea una de las principales reliquias arqueológicas de la Región.

Andrés Hurtado, presidente de la Federación de Espeleología de la Región, recordó con orgullo a aquellos primeros e intrépidos exploradores, sobre todo a aquellos que ya no están entre nosotros. El acto consistió en un desayuno de bienvenida, la proyección de un documental y la visita a una de las rutas por el interior de la cavidad.

Aunque no pudo estar presente por encontrarse indispuesto Eduardo López, que era el monitor principal, Andrés Hurtado leyó un escrito en su nombre en el que abundo en ilusión, ganas y juventud fueron la mezcla perfecta para iniciarse en la aventura.

Cinco kilómetros de recorrido

La Cueva del Puerto es una de las cuevas de mayor recorrido horizontal de la Región, con cerca de cinco kilómetros topografiados y un desnivel de 114 metros de profundidad. La geología del interior está compuesta por galerías y salas de gran belleza natural.

La visita turística tiene un recorrido de 300 metros iluminados y ambientados acústicamente con un desnivel de 25 a 30 metros de profundidad, en los que se pueden observar diferentes salas y galerías con formaciones espectaculares de estalactitas y estalagmitas con gran diversidad de colores. Entre otras, destaca la 'Sala Gaudí' en la que la naturaleza parece haberse recreado en la obra del genio catalán. La cavidad alcanza su máxima profundidad en la 'Gran Diaclasa', a 114 metros, aunque solo se puede ver en la denominada 'visita deportiva', siendo necesario poseer una buena condición física.

Son también visitables la 'Sala de la Medusa', originada a continuación de una grieta en la pared por donde fluyó el agua; la Sala de 'La Gran Cortina' y la del 'Órgano'. Además, en el 'Pozo de los deseos' pueden admirarse grandes columnas y formaciones apriétales debido al goteo y chorreo del agua por las paredes.