Cada vez son más los profesionales de la sanidad que se quejan por los ataques que sufren por parte de los pacientes, según explica el coordinador de calidad del Área III de Salud, Daniel Campoy. Aunque las agresiones físicas son las menos, las verbales, el insulto y el mal comportamiento de algunos pacientes en las consultas o dentro del entorno sanitario es algo que cada vez resulta más habitual. Campoy considera que «no es una actitud gratuita que la población quiera comportarse de esa manera» y achaca la situación a las frustraciones del propio paciente. En este sentido dijo que «habría que trabajar el tema de las expectativas», a la vez que señala que «la población tiene unas expectativas muy altas en lo que se refiere a satisfacer sus necesidades, mientras que el médico de atención primaria no dispone de las herramientas necesarias. No puede satisfacerlas, mientras que la frustración, posiblemente, sea lo que fomenta que suceda todo esto».

Estas afirmaciones fueron realizadas en el transcurso de la presentación del XX Congreso Regional que la Sociedad Murciana de Médicos de Familia y Comunitaria celebra en Lorca hasta esta tarde y en el que se han realizado cuatro talleres para adquirir competencias prácticas, dos mesas temáticas sobre la revitalización de la atención primaria y la medicina de familia en la universidad y dos mesas de actualización médica sobre el uso de nuevos anticoagulantes y cómo trabajar con seguridad con los pacientes. En total han participado 27 ponentes.

Preguntado por los principales problemas con los que cuenta actualmente la Atención Primaria en el Área III de Salud señala que «desde la crisis, que no termina, la sanidad ha soportado muchos recortes en general, mientras que en Atención Primaria, en particular, los recortes se notan, de forma importante, en la actividad asistencial diaria». Campoy afirma que «no solo hay que achacar la situación a un problema únicamente económico» y asevera que «es cierto que la población demanda cada vez más asistencia en Atención Primaria». El hecho de que los servicios de urgencias, según Campoy, se vean sometidos a presión asistencial se debe, en cierta manera, «a que nos cuesta resolver los problemas de salud como deberíamos».