La Audiencia Provincial de Murcia ha ordenado que se repita el juicio contra el vecino que aró en el yacimiento romano de Fuente Caputa (según él, porque desconocía que existían esos restos). Según explicó Miguel Ángel Alcaraz, abogado del procesado, el juez de la Audiencia considera que «se conculcó el derecho de defensa al no conceder la última palabra al acusado».

«Entiende el magistrado (al ser el procedimiento por delitos leves, la Sala se constituye con un único magistrado y no con tres como en los procedimientos ordinarios) que en un asunto tan complejo, con tantas declaraciones testificales y periciales, la declaración del acusado era necesaria pues el denunciado podía haber matizado o aclarado muchas de las manifestaciones que se hicieron en la vista del juicio, que podían haber sido relevantes para su defensa», señala el letrado.

Catorce meses de multa, con una cuota diaria de 6 euros, más una indemnización (aún no determinada) a la Comunidad Autónoma por los daños causados. Es la condena que le caía al vecino de Bullas allá por abril.

Al repetirse el juicio, será con un juez distinto.

En la sentencia del Juzgado de Instrucción Número Uno de Mula, constaban como hecho probados que el procesado «realizó, directamente o a través de sus empleados, y sin tener permiso o licencia para ello, una roturación en una zona catalogada como de interés arquitectónico y protegida por el Plan de Ordenación Urbana de Mula y la Carta Arqueológica de la Región de Murcia, ignorando las advertencias de los agentes del Seprona y sin comprobar la existencia de yacimientos arqueológicos en el terreno una vez recibidas las mismas».

En concreto, se trata del yacimiento arqueológico de Fuente Caputa. El lugar fue descubierto a principios de los años 80. Salieron entonces monedas, columnas, trozos de cerámica y hasta un impluvium de la zona residencial, así como el hipocaustum de unas termas. El impluvium es una especie de estanque rectangular con fondo plano, diseñado para recoger agua de lluvia que se encontraba en el vestíbulo de las antiguas casas romanas. El hipocausto era el sistema de calefacción del suelo de los romanos. Dos basas de columnas que también salieron entonces están ahora en el Museo de la Ciudad.

El procesado siempre insistió en que, cuando él adquirió el terreno, ese lugar estaba dejado de la mano de Dios. Según su testimonio, ahí no se excavaba y ni siquiera había señal alguna de que allí existiesen restos arqueológicos. El hombre, sostuvo siempre, adquirió una tierra en la que se plantaban cereales.

El juez vio probado que el vecino de Bullas «realizó, a través de su empleado, trabajos de desfonde con gradas y arados de más de 70 centímetros, provocando daños en el yacimiento».