A pedrada limpia. Así acababa el jueves la manifestación convocada para protestar por la presencia de familias okupas en Fortuna. Se trata de andaluces que llevan como un año y medio viviendo de forma ilegal en los pisos que hay detrás del instituto.

Vecinos del pueblo, hartos de las constantes amenazas que, aseguran, vienen sufriendo por parte de estos okupas (amenazas que llegaron a su punto álgido el fin de semana pasado, cuando intentaron agredir a un socorrista en la piscina) llegaron a recurrir a la violencia tras la concentración. El amplio despliegue puesto en marcha por parte de la Guardia Civil y de la Policía evitó que la cosa fuera a mayores: nadie salió herido y tampoco nadie acabó con las esposas puestas.

Testigos (que llegaron a calificar la batalla campal como «lluvia de piedras») explicaron que también se increpó «al hombre que les suministra la luz» a los okupas.

El alcalde de Fortuna, José Enrique Gil, tomaba este viernes por la mañana cartas en el asunto y se reunía con los okupas. Horas después, el regidor confirmaba que habían llegado a un acuerdo y «se van a ir parte de ellos». En concreto, «tres familias con los niños».

«Esto se está poniendo cada vez peor. Me preocupaba que hubiese niños en las viviendas», apuntó el primer edil. Por tanto, «les hemos facilitado la salida, el retorno a Granada», detalló.

En este sentido, el Ayuntamiento se ocupó de que llegase, a primera hora de la tarde, un camión de mudanzas a los bloques donde vivían hasta ayer estas personas. «Hasta ofrecimos un autobús», precisó el alcalde.

«No es un tema agradable», admitió José Enrique Gil.

Mientras tanto, vecinos de los okupas mostraban su recelo, puesto que «no se van las familias al completo, sólo las mujeres y los niños», aseguraron.

De ahí que las personas que en su momento se organizaron para hacer presión (y convocar la manifestación del jueves) no vayan a bajar la guardia, de momento, y no descartan nuevas movilizaciones, si siguen los problemas.