Comprar una varita en Ollivanders; cargar con libros, uniformes, pergaminos, pluma y tintero; elegir una buena mascota -algunos optan por la clásica lechuza y otros, los más atrevidos, se acompañan de ratas e incluso sapos- y, por supuesto, cruzar el andén 9 y 3/4 sin que ningún muggle lo vea en la concurrida estación de King's Cross. Tal vez usted no sepa a qué responden esta serie de preparativos, pero todo amante de la historia de Harry Potter ha soñado, en alguna ocasión, con llevar a cabo todo esto y dirigirse al mágico castillo de Hogwarts para vivir la vida de un joven mago.

La empresa de ocio y tiempo libre La Sala del Tiempo está ejerciendo de hada madrina para cumplir los deseos de cientos de jóvenes cautivados por la vida de Potter, 'el niño que vivió'. Lo han hecho en un rincón de Molina de Segura, en la sala de exposiciones y biblioteca La Cárcel, que desde el pasado jueves se ha convertido en el Gran Comedor del colegio de magia y hechicería.

La aventura, que se está desarrollando en distintos pases de tres horas de duración, comienza con la llegada de una lechuza -digital y con forma de email, eso sí- a casa de cada alumno. En el mensaje indican un punto de encuentro, la hora y un protocolo de uniforme: «Venid con camisa blanca y pantalón blanco, si no tenéis, pedidlo a vuestros padres». Y es que en el Hogwarts más murciano las reglas son de obligado cumplimiento.

De manera puntual, el Gran Comedor del colegio, situado en la sala principal de La Cárcel, abre sus puertas para celebrar una gran cena de Navidad. Y entonces, comienza la magia. Un sombrero seleccionador agrupa a los alumnos en cada una de las cuatro casas. A saber: Gryffindor, la de los valerosos; Hufflepuff, que agrupa a los honestos; Ravenclaw, donde conviven los inteligentes, y Slytherin, de los ambiciosos y astutos.

Repartidos en grandes mesas, comienza una cena en la que no faltan las referencias a productos mágicos como las grageas de todos los sabores y la auténtica cerveza de mantequilla. Una delicia.

Juegos, preguntas sobre la saga y premios y castigos por el comportamiento hacen que, como en la historia de J. K. Rowling, las casas sumen puntos para lograr la ansiada Copa de las casas al final de curso. O de la velada, para el caso.

Consiguen estos apasionados jóvenes que la sala, que está en funcionamiento desde el pasado jueves y celebra sus últimas sesiones hoy, domingo, parezca el verdadero castillo medieval donde cursa sus estudios Harry Potter. Se puede ver en la mirada de los participantes que, entre escobas, mandrágoras con vida, giratiempos y otros elementos mágicos, cumplen, por un rato, su sueño.