El pescador de hombres recogió las redes del amor, la bondad y la entrega con las que ha conquistado el corazón de miles de cristianos, durante más de cuarenta años de servicio en la Ciudad Santa del Noroeste murciano.

Alfonso Moya o 'el papi', como cariñosamente se le conoce en Caravaca, se despedía, el pasado viernes por la noche, de sus fieles y de su responsabilidad como Rector de la Basílica-Santuario de la Vera Cruz, cargo que juró en octubre de 2013. Durante la celebración religiosa, que tuvo lugar en la Basílica, Alfonso Moya puso de manifiesto el amor y la devoción que los caravaqueños le tienen a la sagrada reliquia, «he visto como mujeres subían descalzas en pleno invierno para postrar su dolor y sus súplicas ante el madero de Cristo, siempre con la esperanza de encontrar consuelo», recordó Moya, quien mostró su cariño hacía Caravaca: «Siempre me he sentido muy querido en esta ciudad».

Posteriormente, se celebró una cena en su honor a la que acudió una de sus hermanas y su sobrina, y donde recibió el cariño de la Cofradía, la Compañía de Armaos y algunos de sus fieles durante estos últimos cuarenta años. Su voto de obediencia lo obliga a trasladarse a Cehegín, su ciudad natal, donde será párroco de la Iglesia de la Magdalena.

Cuando el obispo Javier Azagra le hizo el encargo de ocuparse de la parroquia de San Francisco en 1976, sabía muy bien que mandaba a Caravaca a un verdadero trabajador de la viña. Aunque con un toque rebelde, consiguió hacerse en apenas unos meses con el cariño de todo un barrio que pasaba momentos complicados, y hacer de aquella vetusta parroquia con un patio en ruinas, una iglesia digna y un centro de encuentro para los jóvenes, donde además de las actividades religiosas, se ofrecían clases de apoyo y escolarización. Posteriormente, durante los primeros años de la década de los ochenta llegará la primera comunidad catecumenal; hoy son más de una docena de comunidades integradas por más de medio millar de fieles.