Son 14, todos ellos mirando con temor el calendario, que el día 1 de septiembre marcará la apertura de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que les dejará en la calle después de que la farmacia para la que trabajan (La Botica, Avenida de Italia número 22) tuviera que asumir un cierre forzoso el pasado 27 de julio. ¿El motivo? La apertura de otra farmacia -esta en el número 15 de la misma calle- «justo enfrente, a apenas 20 o 25 metros de distancia», lo que contradice la ley de ordenación de este tipo de negocios.

Han recogido casi 7.000 firmas, han acudido al Colegio Oficial de Farmacéuticos -que, aseguran, no tiene problema en avalar el buen hacer de su empresa- y hasta han acudido al despacho de la directora general de Farmacia, María Teresa Martínez Ros, a la que solicitan una licencia de apertura urgente que evite que acaben dando con sus huesos en la calle. Ya tienen, incluso, un local listo para poder trasladarse -en Juan XXIII, número 122-, pero necesitan el permiso de la directora general, con la que hoy se reunirán por segunda vez en lo que va de mes, después de que en una primera reunión se les dijera que esta licencia no dependía de Martínez Ros, sino del Colegio, algo que, aseguran, no es verdad.

Esta situación deriva de una sentencia del TSJ en marzo de 2014 que concedía a Carmen Elío -después de 13 años pendiente de la resolución definitiva- el permiso para trasladar su farmacia a la Avenida de Italia, donde La Botica abrió sus puertas hace cuatro años y medio, «pese a que les avisamos de que no lo hicieran porque estaba pendiente la resolución de nuestro recurso», asegura María, hija de Carmen Elío y encargada de su farmacia.

Ahora, con la resolución definitiva del juez y el cierre forzoso de su farmacia, los trabajadores de La Botica esperan esa licencia provisional que les permitiría mantener su puesto de trabajo hasta que se resolviera el permiso para una nueva apertura. De momento, cuentan las horas en el local del número 22 de la Avenida de Italia, que no ha echado la persiana, ya que todavía funciona como parafarmacia, «aunque los almacenes están dejando de servirnos», dice José María, portavoz de los trabajadores.