La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Murcia ha condenado a cuatro años de cárcel a Antonio G. M. por hacer una felación a un joven en la estación de tren de Librilla en 2009.

Se da la circunstancia de que la víctima se hallaba en una situación de especial vulnerabilidad, debido a los problemas psíquicos que sufre, entre ellos retraso mental moderado y trastorno bipolar.

La Sala sostiene que el acusado conocía que la víctima era una persona con discapacidad "y precisamente decidió utilizar esa discapacidad en su beneficio". Tampoco duda del daño moral y vejatorio infligido al perjudicado derivado de los hechos.

Por ello, condena al acusado a cuatro años de prisión, la prohibición de aproximación a una distancia mínima de 500 metros de la víctima, a su domicilio, lugar de trabajo o lugar que frecuente, y prohibición de comunicación con él por cualquier medio durante cinco años.

En sede de responsabilidad civil, condena al acusado a que abone al joven o a su representante legal, la cantidad de 12.000 euros, más intereses, tal y como pedía el fiscal

El procesado negó en su declaración, el mes pasado, haber llegado a hacer una felación al chico, e insistía en que "no le conocía de nada". Subrayó que "no llegó a tres minutos" el tiempo que estuvo sentado en el banco junto con el chico."Eso es algo que a mí no me va", dijo, cuando su abogado le preguntó si le había dicho 'guapo' al joven.

Aquel día de marzo, en la Audiencia Provincial, también declaró la víctima. El joven compareció en la sala protegido por un biombo, con el fin de no establecer contacto visual con Antonio G. M. El día de los hechos, según el testimonio de la víctima, fue el acusado quién empezó a tocarle «primero por arriba y después por debajo» en un banco.

«Me quedé en blanco, porque no sabía qué estaba pasando», manifestó, a lo que añadió que «el perro lo tenía al lado de él y me daba miedo», en referencia a un can que acompañaba de forma habitual a Antonio G. M.

«Primero me masturbó y después me hizo una felación», rememoró el joven. «Me dio un beso en el cuello y me dijo que era guapo, que otro día volvería», apuntó, al tiempo que apostilló que, cuando el procesado lo tocó, él tenía el pene erecto y llegó a eyacular. «Esto me provocó una enfermedad», declaró la víctima.