No se escondía pero pocos sabían de su existencia, apenas los lugareños más veteranos. Ahora, miembros de Ecologistas en Acción Región Murciana han sacado a luz este valioso hallazgo: una población de álamo del Éufrates (Populus euphratica Olivier) en una rambla de Abanilla (El Tollé), una especie muy difícil de encontrar en la Península Ibérica y de la que sólo se tenía constancia en la provincia de Alicante.

El feliz hallazgo ha sido anunciado en la revista digital 'Anales de Biología' de la Universidad de Murcia (UMU). En un artículo, Adrián Ruiz-Rocamora, de Ecologistas en Acción, explica que «el descubrimiento para la ciencia es nuestro, pero los paisanos de la zona conocían los arboles desde hace más de setenta años, pero sin saber lo que eran, ni el interés etnográfico que presenta la especie».

El 'descubrimiento' de una nueva población de álamo del Éufrates llegó como resultado de las prospecciones botánicas que vienen realizándose en la comarca de Abanilla. En España, sólamente se conocía una población de «pies femeninos» en un canal de riego proveniente del embalse de Elche (Alicante), en el río Vinalopó. Los árboles de dicha población fueron considerados incluso como una especie singular, denominándose como Populus ilicitana.

Esta especie arbórea presenta una amplia y discontinua área de distribución, que abarca desde el norte de África (Argelia y Egipto) hasta Asia central y occidental (Turquía, Israel, Irak, Irán, Turkmenistán, Pakistán, India y China).

La nueva población hallada en Abanilla «se localiza a lo largo de una rambla sobre sustrato margoso y está compuesta por aproximadamente 80 pies, aparentemente, todos femeninos. Los álamos se distribuyen a lo largo de unos 300 metros lineales y en las inmediaciones de un manantial de aguas salobres, donde se ubica una balsa de riego y del cual emana el agua durante todo el año. Delante de la balsa se encuentra el ejemplar más grande de toda la población, de aproximadamente 10 metros de altura», explica Ruiz-Rocamora en su artículo.

Los lugareños de más edad aportaron datos sobre el origen de esta rara población. Según recoge el artículo, el dato más antiguo y fiable es el de un varón de 70 años, el cual recuerda desde su infancia la existencia de los árboles con un tamaño similar al actual. No obstante, aunque hasta ahora se han conservado bien, en el artículo se alerta sobre el peligro de la falta de agua y de la necesidad de salvaguardar este valioso ecosistema.

En la actualidad, explican, el agua discurre tan solo en las inmediaciones del manantial y en apenas 100 metros de cauce, de los 300 metros con presencia de la especie. «Esto ha provocado que una parte importante de la población sufra los efectos de la falta de agua, observándose ejemplares parcialmente secos. Urge una actuación para restaurar y salvaguardar el ecosistema agrícola tradicional del enclave y promover la reproducción y conservación ex situ de la especie».