­El análisis de las aguas recogidas en charcas junto al vertedero de Proambiente, en Abanilla, arroja índices de contaminación alarmantes, difíciles de adjetivar para los vecinos que han encargado el estudio a un laboratorio independiente de Murcia.

La plataforma ciudadana Vertivega (que ha asumido el reto de denunciar públicamente los supuestos enterramientos ilegales de basura en fincas agrícolas) recogió el pasado mes de mayo muestras en Los Vives, una finca de la pedanía oriolana de La Murada cercana al vertedero, tras descubrir el dueño de la parcela colindante que emanaban líquidos negros –en esa parcela, a simple vista, se pueden ver fragmentos de todo tipo de materiales y basuras mezclados con la tierra de relleno–.

Una de las muestras se la llevó la Policía Local para entregársela al Seprona y al juzgado que investiga los vertidos supuestamente ilegales; la otra la llevaron a un laboratorio de Murcia y ahora acaban de recibir los resultados: hay presencia evidente de componentes derivados de la putrefacción de materia orgánica muy por encima de lo permitido.

¿Cuáles son los perjuicios? «Esto contamina todo el manto acuífero y además está en la parte alta de la montaña, por lo que va bajando», explica Artemio Cuenca, miembro de Vertivega. Desde ahí se van contaminando, además de las aguas subterráneas, los pozos de riego. Aunque nadie usase este agua, «las raíces de los árboles van a tocar ese nivel freático y van a estar absorbiendo estos contaminantes, que van a ir a parar a los frutos».

Lejos de ser ese el final, el problema podría llegar al trasvase del Tajo-Segura y al Canal del Taibilla, de donde beben miles de personas de la Región y Alicante: «El trasvase es un canal abierto al que puede filtrarse por las juntas de hormigón, y el Taibilla es una tubería enterrada por la que puede pasar lo mismo si hay cualquier fuga». Artemio Cuenca reconoce que «esto es ponernos en plan dramático, pero descabellado no es, puede ocurrir».

Expansión por el campo

Y es que «la basura inerte queda donde está, pero la putrefacción y los lavados con agua generan los lixiviados, que se están expandiendo por todo el campo y que avanzan, según tenemos estudiado, entre uno y tres metros de forma subterránea», añade.

La muestra se tomó en una filtración de agua procedente, según Vertivega, de la parcela colindante donde están enterrados los vertidos. Hay tres parámetros analizados: la demanda de oxígeno, el amonio y los nitratos. La demanda biológica y química de oxígeno «miden la cantidad de materia orgánica que hay en el agua: en un agua normal puede llegar 20 miligramos por litro, mientras que en la muestra están entre los 5.000 y 6.000 mg/l». Hay que tener en cuenta que se consideran aguas «peligrosas y no potables» las que están en torno a los 500 mg/l.

Lo detectado en Los Vives es, para Cuenca, «una barbaridad. Significa que está cargado de bacterias, de materia orgánica putrefacta que es biodegradable y se puede tratar con oxigenación y en una depuradora, pero está en el agua subterránea y en cantidades tan altas que no se eliminará».

En cuanto a la presencia de amonio, el laboratorio certifica que hay 658 mg/l. «Es un indicador de contaminantes –señala Cuenca–, en un agua normal no hay nada de amonio y la sospecha de contaminación se puede constatar con 500 mg/l...».

El último dato son los nitratos, que están en un índice de 145 mg/l. «En el agua potable, los nitratos se limitan a unos 30 mg/l, mientras que en las aguas que vienen de abonos del campo podría llegar hasta unos 50 mg/l». Se consideran lixiviados los que tienen entre 2.000 y 3.000 mg/l de demanda biológica de oxígeno, unos 200 de mg/l de amonio y entre 25 y 40 mg/l de nitratos.