­«Lo primero que me vino a la cabeza el día de los terremotos, fueron las imágenes de las Torres Gemelas», dice Clemen González, agente de la Policía Local de Lorca, que está hoy de servicio, cuando se cumple un año de la fecha fatídica que cambió la historia de Lorca.

El 11 de mayo de hace ahora un año se encontraba descansando de su jornada laboral en compañía de sus padres, en la barriada de la Viña, cuando la tierra comenzó a temblar. Ni corta ni perezosa se echó la mochila al hombro y se marchó voluntariamente hasta el cuartelillo de la Policía Local ubicado entonces junto al Campus Universitario «porque pensé que iban a hacer falta muchas manos esa tarde». Y así fue porque esta admirable agente de la Policía Local, cuya imagen ha dado la vuelta al mundo ayudando a quienes en esos momentos más lo necesitaban, pensó que lo primero era ayudar a superar la catástrofe de tal forma que volvió a su casa después de cuatro días seguidos sin descansar.

«Estaba con mi madre tomando café cuando sentimos el primer terremoto, que fue muy violento. Se cayó todo al suelo y recuerdo que mi madre me dijo que aquello era el fin del mundo». A continuación, relata, «nos bajamos a la calle y vi que la gente salía despavorida de sus casas, algo que me impresionó, al ver que aquello no era normal». Inmediatamente después y pensando en las posibles consecuencias que la situación podría haber acarreado, la agente cogió su mochila y se marchó al cuartelillo de forma voluntaria «porque pensé que iba a hacer falta», poniéndose a disposición de los mandos «para lo que fuera necesario». Estando allí fue cuando se registró el segundo terremoto. «La primera impresión que tuve al ver los edificios moverse fue recordar lo que ocurrió con las Torres Gemelas, al ver la gente correr despavorida sin saber donde ir».

La agente se lanzó inmediatamente a la calle «salté por encima de las vallas y me fuí a la calle Galicia, frente al cuartelillo, donde pude ver a una joven con las piernas cortadas y a otra persona deambulando por allí, siendo mi primera reacción regresar al cuartelillo a por mantas para taparlas». En esta zona situada frente al barrio de Los Angeles, fallecieron dos personas. La agente tuvo ocasión, asimismo, de sacar a una mujer que se encontraba totalmente desorientada dentro de un portal. «También vi a unas chicas conmocionadas llorando junto a otra que estaba moribunda, a la que saqué fuera. Después volví a por más mantas y me quedé hasta el final. Fue muy duro».

Afirma que junto a un compañero del cuerpo nacional de policía «nos jugamos el tipo porque nuestra zona de actuación estaba en un lugar donde se habían roto las tuberías del gas y aquello podía explosionar de un momento a otro». «Fueron momentos –añade– de mucha desorientación». «Ya habían llegado los bomberos, Cruz Roja, protección civil, todos ayudando en lo que podían, fue entonces cuando me puse a dirigir el tráfico para evitar el caos que se había originado». González afirma que «la noche fue muy larga y los días posteriores también». La agente afirma que volvió a su casa para cambiarse a los cuatro días, «lo hice en la casa de campo, donde me tumbé en el suelo y descansé no más de dos horas»

Clemen González destaca la gran coordinación que existió en todo momento entre todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y voluntarios «como si aquello hubiera estado preparado, lo que motivó que los daños no fueran mayores».