­La viticultura, el turismo, la salud y las infraestructuras son los cuatro pilares en los que se apoya el estudio, pionero y único en España, que el pequeño municipio de Bullas está realizando para anticiparse al cambio climático dentro del programa LIFE+ de la Unión Europea, en el que también están involucradas las ciudades de Ancona (Italia) y Patras (Grecia), el Foro de las Ciudades del Adriático y del Jónico y el Instituto Italiano para la Protección e Investigación Ambiental (ISPRA).

Pequeños gestos como instalar el riego por goteo en las vides o colocar mallas de sombraje en las plazas para evitar el exceso de sol, por ejemplo, son de vital importancia para prevenir y reducir riesgos en un futuro cada vez menos lejano.

Pero este no es un proyecto meramente institucional, sino que los vecinos también colaboran activamente en él. Sin ir más lejos, durante la celebración el pasado sábado del Día Act (Adaptación al Cambio Climático a Tiempo) se realizaron mesas redondas sobre la reducción del dióxido de carbono mediante el ahorro de energía, las buenas prácticas para el ahorro del agua, y se trataron temas como la agricultura, el paisaje y el suelo, empresas e infraestructuras.

El resultado de estas charlas se plasmará en un informe que recogerá las preocupaciones de los ciudadanos sobre la problemática del cambio climático a nivel local.

El Ayuntamiento también se ha hecho cargo de la tarea de concienciar a sus vecinos y, por ejemplo, ha empezado a enseñar a cuidar el planeta a los más pequeños a través de charlas y concursos. «Estamos trabajando para prevenir a la ciudadanía y a la economía local de riesgos mayores», indicó la teniente de alcalde, Maravillas Espín. Como colofón a las jornadas se están plantando en el centro lúdico La Almazara más de 100 olivos «para compensar las emisiones de dióxido de carbono generadas a raíz de los desplazamientos de los participantes».

Nuevas técnicas

En Bullas ya hay bodegas que están cultivando vides protegidas con mallas de sombreo «para evitar la acción directa del sol y para que así no aumente el grado alcohólico de la uva», señala Pedro García, agente de desarrollo local y responsable del proyecto ACT. «Todas las previsiones indican que en la segunda mitad de siglo descenderán las lluvias entre un 30 y un 40% en esta zona y los agricultores, ya hoy, empiezan a ver que algo pasa con el clima y la temperatura», explica García.

Por este motivo el municipio, de poco más de 12.000 habitantes, ya está adoptando pequeñas estrategias para anticiparse al futuro, un proceso en el que pretenden involucrar a otras localidades.