Los geólogos han exigido a los poderes públicos un Plan Nacional de Prevención de Riesgos Naturales y no han descartado que en la Península acontezca un gran seísmo, como el de Arenas de Rey (Granada), que en 1884 costó la vida a un millar de personas.

Los terremotos deben abordarse desde la prevención, el único modo de afrontarlos antes de que ocurran, subrayó el presidente del Colegio Oficial de Geólogos, Luis Eugenio Suárez, durante una jornada sobre el terremoto de Lorca en la sede de esta institución.

A su juicio, las comunidades autónomas situadas en zonas de riesgo sísmico deben adoptar medidas de prevención, en función de los estudios

de peligrosidad y vulnerabilidad sísmica.

En este contexto, el Colegio Oficial de Geólogos propone reformar la norma de construcción sismorresistente y la Inspección Técnica de Edificios, rehabilitar los edificios anteriores a dicha norma (1973) y realizar campañas de información ciudadana.

Suárez insistió en la necesidad de que las comunidades autónomas desarrollen el artículo 15 de la Ley del Suelo, que obliga a elaborar mapas de riesgos naturales en los Planes Generales de Ordenación Urbana. «Hasta el momento, la única que lo ha hecho es Aragón, y ya han pasado más de tres años desde la aprobación de la ley», añadió.

De acuerdo con Suárez, España es un país con «una peligrosidad sísmica moderada», por lo que «debería crearse una comisión que reúna a la administración estatal y autonómica, a los arquitectos y a geólogos para estudiar este tipo de cuestiones».

En su opinión, resulta imposible descartar la posibilidad de que un gran seísmo tenga lugar en la Península Ibérica, como el ocurrido en Arenas de Rey (Granada) en 1884 con un millar de muertos. De ahí la necesidad, manifestó, que los poderes públicos desarrollen el plan nacional de prevención de riesgos naturales.

Por otra parte, el catedrático en Geodinámica de la Universidad Complutense de Madrid, Ramón Capote, destacó que los seísmos son «un tema de actualidad y, desgraciadamente, serán de actualidad en el futuro porque las fallas no dejan de moverse».

En la Península, los terremotos son habituales y cada cierto tiempo revisten importancia, como el de Agra (Almería) en 1994, con una magnitud de 5,5 en la escala Richter o el último de Lorca, de 5,1.

Según Capote, «todas las fallas de la Península tienen un movimiento muy modesto (centésimas de milímetro cada año), pero se pueden esperar seísmos relativamente importantes, de entre seis y siete grados de magnitud, en algún momento».